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La amante secreta de mi exesposo romance Capítulo 29

Mi pie derecho había desarrollado un tic nervioso mientras esperábamos en la recepción. Todo en este lugar me causaba escalofrío, tal vez se debía a que era el mismo lugar donde ocurrió el altercado con la multitud. O tal vez, por lo cerca que estaba de descubrir mi destino.

Decidí vestirme con unos jeans oscuros, una camisa del mismo color, unas gafas grandes, una mascarilla y una gorra negra, con mi cabello rubio amarrado en un moño desastroso. Todo lo posible por pasar desapercibida.

Y aún así, podía sentir los ojos de alguno que otro personal del hospital mirándome con desdén o lanzándome muecas de desprecio.

Habrán firmado un acuerdo de confidencialidad junto a varios pacientes, pero eso no me salvaba de seguir siendo juzgada por los presentes.

Pensé que mi disfraz de incógnita sería un excelente arma para no ser descubierta, pero se me olvidó por completo lo llamativo y conocido que es el hombre que estaba a mi lado.

—Deja de hacer eso —La mano de mi exesposo fue a mi rodilla, deteniendo el movimiento.

—El doctor los recibirá —Vino una enfermera hasta donde estábamos, a darnos esa bella noticia.

Frederick me tomó de la mano y me ayudó a levantarme. Ya me encontraba mucho mejor de la biopsia gracias al reposo absoluto y a los analgésicos que me inyectó el doctor el día de ayer. Aún sentía un malestar en la zona, pero era soportable.

Cuando el doctor me cambió el vendaje el día de ayer, Frederick apareció a los minutos y se quedó conmigo todo el día, mientras nos hacíamos la ley del hielo. Se limitó a darme de comer y levantarme de la cama cuando lo necesitaba.

De camino al consultorio, vi a un hombre de piel bronceada y ojos marrones que me observaba desde una esquina. Estaba vestido de doctor. David

Tan rápido como lo vi, desapareció. Bastó un simple parpadeo.

Miré a Frederick, que seguía caminando con su vista al frente. No se había percatado de lo mismo que yo y mucho menos se lo iba a comentar.

El doctor nos recibió con una sonrisa y eso me aliviaba.

Nos sentamos mientras él sacaba unos documentos de una carpeta.

Podía escuchar los latidos de mi corazón en mis tímpanos.

—Señora Lancaster, esta mañana hemos recibido los resultados de la biopsia —anunció, tornando su expresión en una más seria, como el profesional de la salud que es—. Lamento decirles que estos resultados no revelaron lo que nosotros esperábamos. Fue inconcluso.

Parpadeé, incrédula. Observé al doctor cómo si me estuviera hablando un alienígena.

—¿Cómo es eso posible? —dije en un hilo de voz—. ¿Inconcluso?

El doctor me miró y después a Frederick, que parecía estar calmado.

—Bueno… suele ocurrir con los pacientes que sufren otras enfermedades que no han sido curadas por completo —El doctor carraspeó, moviendo los documentos con manos temblorosas—. Es raro, pero ocurre.

Sentía que el mundo se estaba cayendo a mis pies. Pude ver el momento exacto en que mis esperanzas eran arrojadas al piso.

—Yo… ¿Yo tengo que pasar nuevamente por una biopsia? —La voz me temblaba al igual que mi mano, la cual llevé a mi vendaje.

El doctor tragó saliva.

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