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La amante secreta de mi exesposo romance Capítulo 32

Hice lo posible por calmar mi respiración, alejar el miedo que se fundía en mi pecho, pero los gritos de David no ayudaban. Lo escuchaba proliferar contra Frederick y el resto del mundo mientras golpeaba el volante.

Mi extremidad inferior se estaba enfriando, como si la sangre en mi cuerpo se estuviera congelando.

El auto se detuvo y David se bajó. Tragué saliva al verlo abrir la puerta trasera.

—¿Dónde estamos? —susurré, tratando de reincorporarme.

—¡Charlotte, ya deja de hacer preguntas estúpidas y baja del auto! —gritó, golpeando la puerta.

El hombre que estaba frente a mí tenía una mueca de enfado y desesperación. Sus fosas nasales estaban muy abiertas y sus ojos marrones estaban más oscuros que nunca.

No lograba reconocerlo.

No era el mismo hombre que me miró en el hospital después de dos años sin vernos. No era el mismo hombre que fue a verme encubierto después de la biopsia, el que se preocupó por mí.

Sus dedos se clavaron como garfios en mi brazo y me bajó del coche.

Miraba para todos lados, como si Frederick fuera a aparecer entre las sombras.

Al mirar el exterior, observé los barcos, el agua y las gaviotas. Estábamos en un muelle.

Me llevó a una lancha y entré en pánico, apartándome de golpe.

«Esto era parte del rescate» me dije a mí misma.

Pero, si era parte del rescate, ¿por qué sentía el miedo taladrar mi nuca?

Había algo en toda esta situación que me ponía los pelos de punta.

Quería confiar en David, pero algo me daba mala espina.

Pero, si no confiaba en David, entonces, ¿en quién confiaba?

No tenía a nadie y ya había escapado. Frederick ya debió haberse dado cuenta que había huido, debe estar buscándome para después descargar su ira en mí. Ya no podía volver.

—¡Sube! —ordenó, empujándome hacia la lancha motora que se balanceaba violentamente—. ¡Rápido!

El dolor de la biopsia me quemaba al tropezar en la cubierta. Agarré mi costado instintivamente, pero David me jaló más fuerte. No me daba tiempo a quejarme ni a llorar. Estaba siendo demasiado brusco.

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