Poco después.
Israel, ya aseado, bajó las escaleras.
Tigrito corrió inmediatamente hacia él.
—Hola, tío abuelo.
Israel le entregó una caja de dulces a Tigrito.
—Ten, para que comas.
—Gracias, tío abuelo.
Después de saludar a Samantha, Israel miró a Montserrat, que estaba a un lado.
—Mamá, ¿y Blanqui?
Montserrat sonrió.
—Ya conoces el carácter de ese Blanqui, quién sabe a dónde se habrá ido de vago otra vez.
Luego, añadió con curiosidad:
—Normalmente no te veo tan preocupado por Blanqui. Qué raro que hoy, nada más llegar, preguntes por él.
—No es nada —respondió Israel, tomando una taza de té, con su habitual aire sereno y distante—. Solo preguntaba por curiosidad.
***
Úrsula y Fabián ya se habían mudado sin problemas a la villa.
Fabián invitó a sus compañeros de trabajo a la casa para celebrar la inauguración.
En ese momento, la villa estaba llena de risas y un ambiente muy animado.
Además de ellos, Dominika también llegó con flores y una canasta de frutas.
—Úrsula, ¡felicidades por tu nueva casa!
—Gracias, Domi —dijo Úrsula mientras recibía los regalos—. Pasa, siéntate.
Dominika sacó un sobre.
—Por cierto, Úrsula, mis papás insistieron en que te trajera esto.
Antes de que Úrsula pudiera negarse, Dominika se le adelantó:
—Úrsula, mis papás dijeron que el sobre por la mudanza es solo para la buena suerte, no puedes rechazarlo. Si lo haces, significa que no los consideras de la familia. Ahorita andan de viaje, si no, habrían venido conmigo a celebrar.
Úrsula recibió el sobre con ambas manos.
—Siendo así, dales las gracias de mi parte al señor y a la señora.
¿De Israel?
Dominika abrió los ojos como platos.
—¡No me digas, Úrsula! ¡¿Ya viven juntos?!
«¡La pareja que tanto me gusta se hizo realidad!».
«¡Qué felicidad, qué emoción, qué alegría!».
—Domi, ¿en qué estás pensando? —Úrsula le dio un golpecito en la cabeza a Dominika—. Israel lo deja andar suelto, le gusta pasear por todas partes. Digamos que vino de visita a mi casa.
—¡Ah, así que era eso! —Al oír esto, la decepción volvió al rostro de Dominika.
«Así que todavía no viven juntos».
Úrsula la tomó del brazo.
—Vamos, Domi, vamos a hacer una parrillada.
—¡Sí, sí! —La idea de la parrillada capturó instantáneamente la atención de Dominika.
Úrsula ya tenía listos todos los ingredientes.
***

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