Fabián atendía a sus amigos en la sala, mientras que Úrsula se encargaba de Dominika. El ambiente, tanto dentro como fuera, era de una alegría contagiosa.
***
En la villa de la familia Ayala.
Diez de la noche.
Blanqui regresó caminando con sus pasos elegantes.
—Blanqui, ven que te abrace papá.
Israel extendió los brazos hacia Blanqui.
—¡Miau!
Blanqui saltó a los brazos de Israel.
Israel olió cuidadosamente el pelaje de Blanqui.
Mmm.
No había cambiado.
Era ese aroma que le daba paz.
Le gustaba mucho.
Israel lo abrazó cada vez más fuerte, hasta el punto de que Blanqui apenas podía respirar.
—¡Miau, miau, miau!
«¡Papá!».
«¡Mi querido papá!».
«¡Casi me asfixias!».
Al ver que Blanqui ponía los ojos en blanco, Israel se dio cuenta de que lo estaba apretando demasiado y lo soltó de inmediato.
Aprovechando la oportunidad, Blanqui saltó al suelo.
Israel le abrió una lata de comida.
—Blanqui, ven a comer.
Al ver el cuerpo cada vez más redondo de Blanqui, Israel sintió que algo era extraño. Durante los días que estuvo fuera, le había pedido específicamente al mayordomo que le diera menos de comer a Blanqui. ¿Cómo era posible que pareciera incluso más gordo que de costumbre?
«¿Será mi imaginación?».
Israel frunció el ceño, pero no le dio más vueltas. Se acercó a la computadora, se sentó, abrió *Leyendas del Alba* y entró en la Villa del Encuentro.
Su principal objetivo al entrar era ver si Phyllis había logrado resolver [Asesinato].



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