Entrar Via

La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 309

Al escuchar las palabras de su esposa, Leandro Blanco asintió con la cabeza.

—Si Aarón se mejora, agradecerle a la señorita Garza es lo menos que podemos hacer.

Antonella continuó con voz firme:

—Ya le prometí a la señorita Garza que, cuando Aarón se recupere, le pediremos que la reconozca como su hermana mayor de cariño.

—Está bien —respondió Leandro Blanco, sin poner objeción alguna—. Lo que tú decidas está perfecto.

Dicho esto, Leandro se acomodó la corbata y agregó:

—Voy a la empresa.

—Cuídate —le respondió Antonella, acompañándolo hasta el carro. Antes de que subiera, le indicó al chofer—. Facundo, maneja despacio, por favor.

—Entendido, señora —contestó Facundo, con respeto.

Una vez que el carro de Leandro desapareció al final de la calle, Antonella regresó a la casa.

...

En el segundo piso, Aarón practicaba en el piano. El sonido de sus notas llenaba el ambiente, pero había algo apagado en su manera de tocar.

Antonella subió las escaleras con paso firme, los tacones resonando en el piso. Frunciendo el ceño, entró al cuarto y reclamó:

—Aarón, te pedí que practicases el piano. ¿Dónde tienes la cabeza? ¿Sabes que acabas de fallar en dos notas?

Cualquiera no se habría dado cuenta, pero para Antonella, el piano era su especialidad y no se le escapaba un solo error.

Aarón giró para mirarla, con el rostro abatido.

—Mamá, no lo hice a propósito. Estoy cansado, ¿puedo descansar un rato?

Su voz sonaba vacía, como si el cansancio lo hubiera dejado sin fuerzas.

Nuestro precio es solo 1/4 del de otros proveedores

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Cenicienta Guerrera