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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 321

Apenas terminó de hablar, el rostro de Alejandra estaba repleto de satisfacción.

Ella conocía a la discípula de Gilberto Izquierdo, Nuria Ferreira.

¿Úrsula la conocía?

Si Úrsula quería ver a Nuria Ferreira, tendría que arreglárselas sola.

Poder conocer a Nuria Ferreira era como ganarse la lotería de la vida; sin duda, Úrsula debía estar emocionadísima.

Pero Úrsula, con una leve inclinación de cabeza, miró hacia Alejandra.

—Gracias, pero la verdad no me interesa conocer a Nuria Ferreira.

Alejandra se quedó perpleja.

¿No le interesaba Nuria Ferreira?

¡Eso no se lo creía nadie!

¡Se trataba de Nuria Ferreira!

En Villa Regia, todos los ricos y poderosos soñaban con acercarse a ella.

Estaba fingiendo.

Úrsula seguro solo estaba fingiendo.

Obviamente, sentía celos porque Alejandra conocía a Nuria Ferreira y ella no, así que ponía cara de indiferencia para disimular.

Gente así era insoportable.

Incluso Pedro, al oír aquello, la miró de reojo.

En sus ojos se notaba la confusión.

¿Cómo podía existir alguien que no sintiera interés por Gilberto Izquierdo?

Pero Pedro no le dio más vueltas.

Alejandra sonrió, intentando disimular.

—Bueno, si dices que no te interesa conocer a Nuria Ferreira, no me meteré donde no me llaman.

Luego, añadió con un tono aún más marcado:

—Pero Ami, si algún día cambias de opinión y te gustaría conocer a Nuria Ferreira, avísame. Somos las mejores amigas.

Alejandra recalcó esa última frase con orgullo.

Ella y Nuria Ferreira, amigas inseparables.

—Está bien —Úrsula asintió con calma.

Alejandra tomó otra caja de manos de Samuela y se acercó a Úrsula.

—Ami, este es tu regalo. También es una pintura de Gilberto Izquierdo. Espero que te guste.

Úrsula recibió la caja.

—Gracias.

Alejandra le dedicó una sonrisa radiante.

—No hay de qué, entre hermanas no se agradece.

Úrsula entregó la caja al mayordomo que estaba cerca.

—Fede, ¿puedes guardarla por favor?

—Claro, señorita Úrsula.

Luego, abrazando a la pequeña Amanecer contra su pecho, Úrsula se giró.

—Vamos, Amanecer, regresemos al cuarto.

Alejandra frunció el ceño.

¿Y esa actitud de campesinita?

Cualquiera que recibiera un cuadro de Gilberto Izquierdo estaría brincando de felicidad.

Pero Úrsula… ni una reacción.

Era como si aquel cuadro no valiera ni lo que la pequeña perrita en sus brazos.

¿Acaso despreciaba las obras de Gilberto Izquierdo?

¡Esa mocosa ni siquiera la tomaba en cuenta como hermana mayor!

...

Cuando todos los invitados se marcharon del salón, Alejandra se acercó a Pedro con un aire de tristeza.

—Pedro, ¿verdad que Ami no me quiere?

Pedro se sorprendió.

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