Javier jamás imaginó que se toparía con Úrsula en ese lugar.
Y mucho menos que la nieta recién encontrada por la familia Solano ¡fuera precisamente Úrsula!
En ese instante, Javier apenas podía dar crédito a lo que veían sus ojos.
—¿Señorita Méndez?
El eco de la voz de Javier resonó en el salón, y todo el mundo se quedó en silencio.
Todos los presentes lo miraron, sin saber cómo reaccionar.
Francisca abrió los ojos de par en par.
Según lo que Alejandra le había dicho a Javier, quien estaba allí era Amelia.
¿Por qué entonces Javier llamó a Úrsula “señorita Méndez”?
¿Será posible...?
¿Podría ser que Úrsula fuera la misteriosa jefa detrás de AlphaPlay Studios?
Al pensarlo, Francisca sintió que el asombro le recorría el cuerpo.
No, no podía ser, ¿o sí?
Alejandra se quedó congelada por unos segundos, procesando lo que acababa de escuchar. Finalmente, soltó una sonrisa y dijo:
—Vaya, así que el director Hernández también conoce a mi prima. ¡Hasta sabe que antes se apellidaba Méndez!
En el fondo, Alejandra no creía ni por un segundo que Úrsula fuera esa tal señorita Méndez.
Quizá Javier solo estaba usando ese nombre por cortesía.
—No es que la conozca.
¿No la conoce?
Al oír esas palabras, Alejandra dejó escapar un suspiro de alivio.
Eso sí tenía sentido.
Úrsula, una muchacha de pueblo, jamás podría relacionarse con alguien tan importante como Javier.
Si alguien aquí conocía a Javier, esa era ella, Alejandra.
Esa idea la hizo sonreír discretamente.
A su lado, Luna imitó su sonrisa, fingiendo sorpresa:
—¿De verdad el director Hernández no conoce a nuestra Ami? ¡Pero si justo el otro día Ami me dijo que lo conocía! Esa niña… Si no lo conoce, pues no lo conoce; la tía no va a burlarse de ella. ¿Por qué andar diciendo que sí lo conoce?
Luna lo hizo a propósito.

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