—¿Y qué si me bloqueó? —resopló Carina—. ¡Ya verás! En menos de una hora, vendrá de rodillas a suplicarme que lo desbloquee. ¿Úrsula cree que puede separarnos? ¡Ni en sus sueños!
Carina conocía demasiado bien a Santino. Él jamás haría algo tan ruin como pagarle con traición.
Gloria frunció el ceño.
—Creo que hoy hay algo más detrás de todo esto, no es solo que Úrsula esté metiendo cizaña. —Dicho esto, Gloria finalmente se atrevió a preguntar lo que le rondaba por la cabeza—: Cari, ¿de verdad… de verdad eres tú quien salvó a Santino?
Aunque Gloria no conocía mucho a Santino, el simple hecho de que se arrodillara ante Carina para que ella, su supuesta salvadora, siguiera con vida, le demostraba que Santino no era el tipo de persona que olvida un favor.
—Si no fui yo, ¿entonces fuiste tú? —replicó Carina, mirándola con sarcasmo.
Al ver que Carina se había enojado, Gloria se apresuró a explicar:
—Cari, no quise decir eso, es solo que todo me parece muy extraño…
Ring, ring…
Justo en ese momento, sonó el celular de Carina. Ella contestó.
—Diga.
Del otro lado de la línea se escuchó la voz del señor Aguilera.
—Cari, hija, ya está todo listo por mi parte. Dijiste que podías conseguir que la familia Gómez colaborara con nuestro Grupo Aguilera, ¿cuándo recibiré el contrato?
Carina recordó de inmediato las instrucciones de su padre.
—Papá, no te preocupes. Haré que Santino te contacte en menos de dos horas. ¡Prepárense para que la familia se haga rica!
Al oír esto, el señor Aguilera se llenó de alegría.
—¡Perfecto, Cari! ¡Entonces esperaré la llamada de Santino!
¡Era la familia Gómez!
Si esto se concretaba, la familia Aguilera se convertiría en la primera de San Albero en asociarse con la familia Gómez de Río Merinda. Para ellos, era un honor inmenso.
No cabía duda, su preciosa hija era simplemente excepcional.
Después de colgar, Gloria miró a Carina.
—Cari, ¿cómo vas a hacer que Santino contacte a tu padre en dos horas?
Ya las habían echado, y Santino no quería saber nada de ellas. Pero Carina seguía soñando despierta.
Carina entrecerró los ojos.
—No te apures, tengo mis métodos.
Dicho esto, Carina llevó a Gloria a otro hotel que acababa de reservar.
Una vez en la habitación, sacó un cuchillo de fruta que llevaba en su bolso y reabrió la herida que aún no había cicatrizado.
La sangre brotó de inmediato.
Gloria se llevó un susto de muerte.
—¡Cari, estás loca!
Carina se tumbó tranquilamente en la cama y miró a Gloria.
—En diez minutos, tómale una foto a cómo estoy ahora y envíasela a Santino.
Gloria comprendió entonces la intención de Carina: estaba repitiendo la misma táctica, amenazar a Santino con su muerte.
—¿Y si Santino no viene? Además, esto es muy peligroso, ¿no recuerdas lo que te dijo el médico? Aún no te has recuperado, y si vuelves a perder mucha sangre, ¡podrías sufrir una falla orgánica!
—No pasará nada. La familia Gómez tiene el mejor equipo médico del mundo. Si de verdad me pasa algo, Santino no escatimará en gastos para salvarme. Además, son solo diez minutos, seguro que no pasará nada.
Gloria, sin más opción, tuvo que cooperar.


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