Gloria miró a Carina y no pudo evitar preguntar:
—Cari, ¿qué pasó exactamente entre tú y Santino para que se volviera tan cruel?
Normalmente, incluso después de una ruptura, un hombre no reaccionaría bloqueando a su exnovia al enterarse de un intento de suicidio.
Esto demostraba que Santino no solo ya no la amaba, sino que la odiaba profundamente.
¡Solo un odio visceral podía llevar a alguien a actuar de esa manera!
—¡¿Santino se ha vuelto loco?! ¡¿Cómo se atreve a hacerme esto?! —Carina apretó los dientes, su rostro contraído por la ira—. ¿Acaso no le importa que me muera de verdad?
—Cari, afronta la realidad —intervino Gloria—. Parece que ya no le importa.
—¡Imposible! ¡Yo le salvé la vida! ¡Es imposible que no le importe si vivo o muero! —exclamó Carina, levantando la cabeza con furia.
—Si le importara, ¿por qué te ignora por completo? —Gloria suspiró de nuevo—. ¡Cari, deja de engañarte!
Carina no se daba por vencida. No podía aceptar que Santino la hubiera bloqueado así como así. Tomó su propio celular y volvió a marcar su número.
El resultado fue el mismo.
Su número seguía en la lista negra de Santino.
Furiosa, Carina arrojó el celular al suelo.
¡Crash!
La pantalla se hizo añicos.
No podía entenderlo. ¿Por qué Santino había cambiado de opinión en tan poco tiempo? Si apenas esa mañana había ido a buscarla al hotel.
Justo en ese momento, una enfermera entró empujando un carrito, se detuvo junto a la cama de Carina y, revisando el expediente, preguntó:
—Carina, ¿verdad? Vengo a cambiarte el vendaje.
—¿Te sientes mal en algún sitio?
—¡Dame tu celular! —le espetó Carina a la enfermera.
La enfermera se quedó perpleja.


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