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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 650

Marcos se frotó la frente, sintiéndose agotado.

—Pedro, solo te lo digo para que andes con cuidado. No soy adivino, no tengo una bola de cristal. Solo temo que ocurra algún imprevisto. ¿Qué tal si instalas una cámara de seguridad en tu estudio?

¿Una cámara?

—Marcos, ¡eso es un insulto para Alejandra! —replicó Pedro, enfadado—. Somos familia. En esta casa solo estamos Fernanda y ella. ¡Nunca he necesitado cámaras! ¿Por qué iba a ponerlas ahora? ¡No lo haré! ¡Y te digo una cosa: si mi hermana me traiciona por sesenta miserables millones, dejo de apellidarme Solano!

Lo dijo con una firmeza que no admitía réplica.

—De acuerdo, de acuerdo —suspiró Marcos—. Ya he dicho lo que tenía que decir. Tú sabrás lo que haces.

...

Mientras tanto, Úrsula y Álvaro volaban hacia San Albero. Tras un par de horas, aterrizaron. Úrsula no le había avisado a Fabián de su llegada. Cuando llegaron al barrio, lo encontraron recogiendo basura con un chaleco de trabajo, charlando con sus compañeros.

De repente, Fabián vio una figura familiar a lo lejos. Entrecerró los ojos, confuso.

—Méndez, ¿qué miras? —le preguntó un compañero. Los que lo conocían de antes, Luciano Morales y Benjamín Álvarez, se habían mudado y ahora eran jefes en otros barrios. Fabián, siempre discreto, nunca había revelado su verdadera identidad, por lo que los nuevos no sabían que era el dueño de la empresa.

—Aquella de allí se parece a mi nieta —dijo Fabián. Tenía algo de vista cansada y se había olvidado las gafas.

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