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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 95

En ese instante.

La multitud que rodeaba la escena se quedó completamente pasmada.

Nadie se esperaba que la abuela de verdad fuera a despertar.

Y para colmo, el momento no pudo ser más preciso.

Justo al cumplirse el minuto.

—¡Despertó! ¡Esa señora de verdad despertó!

—¡Dios mío!

—Jamás pensé que esta muchacha tuviera ese talento.

—Impresionante, de verdad. Así que esto es lo que llaman ser un médico legendario, esto es lo que se hereda.

Los murmullos de la gente cambiaron en un parpadeo.

A nadie le cabía en la cabeza que Úrsula tuviera semejante capacidad.

La anciana miró a Úrsula; aunque su voz sonaba débil, aún alcanzó a decir:

—Pequeña, angelita, gracias por salvarme.

La señora Inés siempre había cuidado mucho su salud y solía ver videos para prevenir infartos. En cuanto cayó al suelo, supo de inmediato que lo suyo era un infarto repentino.

Aunque su mente seguía lúcida, no podía abrir los ojos.

Solo contaba con diez minutos de oro para recibir atención.

Si se pasaba ese tiempo, su vida estaría en peligro.

Después de que cayó, alguien del público alcanzó a llamar a emergencias, pero la ambulancia estaba atascada en el tráfico.

Cuando Úrsula llegó, ya habían pasado siete u ocho minutos.

Si Úrsula se hubiera demorado un segundo, la señora no lo habría contado.

Incluso ahora que ya había despertado, el susto no se le quitaba.

Por eso, en cuanto Úrsula le puso la primera aguja, supo que acababa de encontrarse con alguien especial.

Apenas terminó de hablar, la anciana intentó incorporarse del suelo.

Úrsula de inmediato le detuvo:

—Señora, quédese acostada, no trate de levantarse todavía.

Aunque Inés no entendía del todo por qué, igual decidió hacerle caso y se quedó tendida.

Úrsula explicó:

—Acabo de ayudarle a que la sangre vuelva a circular en su corazón, pero necesita descansar aquí unos minutos antes de intentar levantarse. Si se mueve mucho ahora, podría desmayarse otra vez.

—Está bien, angelita —respondió la señora.

Pasaron unos minutos más, y Úrsula la ayudó con cuidado a ponerse de pie.

Inés miró a Úrsula, y en sus ojos se veía una mezcla de respeto y agradecimiento.

Mientras estuvo inconsciente, escuchó todo tipo de comentarios a su alrededor. Algunos la acusaron de estafadora, otros decían que fingía. Casi nadie se atrevió a ayudarla.

Solo Úrsula se lanzó a socorrerla.

Capítulo 95 1

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