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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 96

Al escuchar lo que su madre decía, Ricardo no pudo evitar sentir curiosidad y admiración por esa joven que le había salvado la vida.

Hoy en día, ya casi nadie hace el bien por simple generosidad, sin buscar reconocimiento ni fama.

Ricardo preguntó de inmediato:

—Oye, mamá, ¿cómo se apellida esa muchacha? ¿Cuántos años tendrá?

—Se apellida Méndez, como el general famoso —respondió Inés enseguida—. A lo mucho tendrá diecisiete o dieciocho años, y te digo que es muy guapa.

Ricardo se quedó pasmado unos segundos.

—¿Tan joven? ¿Y además es mujer?

Había conocido a varios médicos excepcionales a lo largo de su carrera, pero nunca había visto a alguien tan joven y tan talentosa.

La mayoría de los especialistas que él conocía ya pasaban los cincuenta.

Inés asintió con energía.

—Por eso te digo que es toda una prodigio.

Ricardo no pudo ocultar su asombro, y tras tomarse unos segundos para digerir la información, asintió con decisión.

—Está bien, mamá. Voy a encargarme de buscarla de inmediato.

...

Restaurante Imperial.

Javier ya llevaba un buen rato esperando.

Úrsula llegó apresurada, guiada por un mesero, y se disculpó apenas tomó asiento.

—Perdón por la tardanza, tuve un pequeño contratiempo en el camino.

—No se preocupe, señorita Méndez, yo también acabo de llegar.

Tras saludarla, Javier le indicó al mesero que podía comenzar a servir los platillos.

—Con gusto, señor.

Úrsula se sentó frente a Javier. La comida llegó en cuestión de minutos.

Javier le acercó una tableta electrónica.

—Señorita Méndez, nuestro juego ya está listo para salir al mercado en cualquier momento. Solo nos falta elegir un embajador.

—¿Ya tienen a alguien en mente? —preguntó Úrsula, interesada.

—Bueno, como la historia del juego gira en torno a la herencia cultural y tradiciones, y muchos de los niveles incorporan expresiones artísticas que la gente está olvidando, pensé en invitar a la maestra de arte popular, doctora Delgado, como embajadora —explicó Javier—. Pero la verdad, doctora Delgado es toda una eminencia y tiene su carácter; no se deja llevar por lo material. Hubo hasta un instituto extranjero que ofreció cientos de millones de pesos por que se fuera con ellos, y ni así aceptó. Además, nunca ha participado en campañas comerciales. Ahora, Grupo Ríos también quiere invitarla; de hecho, la señora Marisol Ríos fue compañera de la doctora Delgado en la universidad, así que probablemente ellos tengan más posibilidades de convencerla...

Si AlphaPlay Studios lograra que la doctora Delgado aceptara, sería un récord histórico para la industria de los videojuegos.

Y “Cumbre de Tradiciones” dejaría de ser solo un juego en línea, para convertirse en un referente cultural.

—¿Grupo Ríos también la quiere como embajadora? —Úrsula arqueó las cejas, pensativa.

Javier debería conocer sus límites.

El secretario continuó:

—Presidente Ríos, además descubrimos que Javier y la señorita Méndez se reunieron hace poco. Ella parece muy confiada de poder ver a la doctora Delgado y ya está organizando los videos del juego relacionados con arte popular. Me preocupa que...

Desde que Úrsula se sumó al equipo de AlphaPlay Studios, hasta lograron ganar la licitación de Grupo Ayala, así que la preocupación del secretario era comprensible.

Santiago soltó una especie de bufido, sin darle importancia.

—¿Úrsula? ¿Con qué cara piensa ver a la doctora Delgado?

Si acaso existía algún lazo entre Úrsula y la maestra, era que mientras estuvo casada con él, podía llamarse nieta política de la señora Marisol. Si no se hubieran divorciado, tal vez la doctora aceptaría recibirla por el cariño que le tenía a la señora Marisol.

Pero ahora, divorciados, ¿de verdad creía que podía aprovechar ese vínculo? Ridículo.

Al terminar de hablar, Santiago ordenó:

—Contacta al asistente de la doctora Delgado y dile que esta noche quiero visitarla.

Ya había tenido un tropiezo con la licitación, no iba a permitir otro con la embajadora. La doctora Delgado solo puede ser la imagen de Grupo Ríos.

El secretario asintió con respeto.

—Ya lo hice. El asistente nos informó que la doctora Delgado no se siente bien y está en el hospital.

—¿En el hospital? ¿En cuál? —preguntó Santiago, incorporándose de golpe.

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