—Sí, lo sé…
El ambiente se volvió un poco pesado. Cynthia respiró hondo, tratando de contener sus emociones antes de cambiar el tema.
—Por cierto, no pensé que últimamente hubieras tenido tanto contacto con el presidente Morán.
Apenas terminó de hablar, los dedos de Vanesa, que sostenían la taza de café, se quedaron quietos por un segundo.
Luego, recuperó su expresión habitual.
—Sí, fue mera coincidencia.
—¿Coincidencia? No lo creo —Cynthia se tocó la barbilla, pensativa—. Me da la impresión de que el presidente Morán te ve con otros ojos… Vane, ¿no será que él también está interesado en ti?
—Un momento, ¿por qué usas el “también”?
Cynthia soltó una risita traviesa.
—Porque empiezo a sospechar que tu futuro esposo, Pablo, también está enamorado de ti. Y, hablando de él…
Sacó dos boletos de su bolso y los agitó frente a Vanesa.
—Mira, estos me los dio Pablo. Son entradas para la exposición de arte, es en quince días. ¿Vas a ir?
Vanesa guardó silencio unos segundos antes de responder.
—Iré.
Después de todo, Pablo era su prometido; lo correcto era asistir a su exposición. Tal vez así podría conocerlo mejor.
—Entonces vamos juntas.
Cynthia le puso uno de los boletos en la mano y, de repente, recordó el tema anterior.
—Ay, espera, no he terminado de hablar del presidente Morán.
—No inventes —Vanesa se frotó las sienes, resignada—. Él ya tiene novia, ¿cómo crees que le voy a gustar yo?

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Danza del Despertar