La Danza del Despertar romance Capítulo 82

Vanesa giró la cabeza de forma instintiva para mirarlo, sorprendida.

No era que le sorprendiera que Jaime supiera sobre la ceremonia de bienvenida; después de todo, hasta Pablo ya estaba enterado, y Cynthia lo había organizado a lo grande. No era raro que Jaime se hubiera enterado también.

Lo que no entendía era por qué Jaime le preguntaba eso.

—Me la pasé bien —contestó, con una sonrisa ligera.

Jaime volvió a quedarse en silencio.

A Vanesa le empezó a incomodar ese ambiente tan extraño, así que, tomando la iniciativa, preguntó:

—Presidente Morán, usted… ¿necesita algo?

En realidad, había pensado en preguntarle si tenía algún problema o si estaba molesto por algo.

Pero se contuvo y reformuló la pregunta.

Jaime no le respondió de inmediato. Pasaron unos segundos antes de que, finalmente, hablara con voz suave:

—Hasta invitaste a Pablo, pero a mí no.

Vanesa se quedó sin palabras y, por instinto, se apresuró a explicar:

—El señor Morán vino acompañado de sus amigos.

Apenas terminó de decirlo, sintió que algo no cuadraba.

¿Pero qué estaba diciendo?

Pablo era el candidato para casarse con ella; aunque lo hubiera invitado, ¿acaso no era lo normal?

Lo que acababa de decir Jaime sonaba rarísimo.

¿O acaso pensaba que, después de haber compartido tantas experiencias juntos en Maralinda, ya eran amigos y, por eso, ella debió haberlo invitado?

Pero Jaime no era el tipo de persona que se fijara en ese tipo de cosas.

—Perdón, presidente Morán —intentó aclarar Vanesa, sin mucha convicción—. Pensé que estaría ocupado y no tendría tiempo.

Esa excusa tan forzada casi hizo que Jaime soltara una carcajada.

—Mentirosilla —pensó.

¿No había sido ella la que dijo que iba a llevarse bien con su prometido?

Pero desde que regresaron a Puerto San Sebastián, ni siquiera le había mandado un mensaje, y hasta la ceremonia de bienvenida la organizó sin avisarle.

Y encima, la imagen de Vanesa y Pablo parados juntos hacía apenas unos minutos... No podía dejar de pensar en eso, le resultaba incómodo.