La Doctora que Destruyó su Imperio romance Capítulo 10

Marisol no entendía nada y soltó, confundida:

—¿Cuándo te he debido dinero?

—Tú misma lo dijiste hace un momento: en estos años, Joel ha gastado en ti si no son diez millones, al menos han de ser ocho millones. Y si le sumamos el dinero de la venta de mi dote que usó para pagarte la universidad en el extranjero, que sean diez millones redondos.

Mientras hablaba, Brenda sacó papel y pluma, escribió una cifra en una nota y, sin más, se la pegó en la ropa a Marisol.

—Aquí tienes mi cuenta bancaria. Tienes tres días para que yo vea que ahí aparecen diez millones de pesos más.

Marisol perdió la compostura de inmediato:

—¡Estás loca! ¿Por qué tendría que darte diez millones?

—El dinero que Joel gastó en ti es patrimonio común del matrimonio. Como esposa, tengo derecho a reclamártelo por ser la amante. Si no cooperas, te demando y, de paso, invito a la prensa para que ayude a poner las cosas en claro.

—Futurismo Transparente está a nada de salir a la bolsa. Si se sabe que Joel usó el dinero de la familia para mantener a su amante, ¿crees que su empresa podrá cotizar sin problemas?

—Y entonces, lo que perderán no serán solo esos diez millones.

Marisol no podía creer lo que Brenda acababa de hacer. Se quedó helada, entre atónita y furiosa.

Pero en cuanto pudo reaccionar, decidió hacerse la desentendida:

—Lo que dije fue de broma, ¿qué pruebas tienes de que me he gastado diez millones de Joel?

Brenda no dudó ni un segundo. Sacó una grabadora de su bolsa, la encendió y ahí, clarito, se escuchó la voz de Marisol.

—Sra. Gutiérrez ese puesto lo rechacé yo misma… Joel se casó contigo porque aceptaste sin pedirle nada… En todos estos años, él ha gastado en mí si no son diez millones, seguro han sido ocho…

Marisol se quedó boquiabierta, sintiendo cómo se le ponía la cara roja y morada de coraje.

Jamás pensó que Brenda fuera tan retorcida, que anduviera con una grabadora a donde fuera y que hubiera registrado toda la conversación.

Brenda soltó, impasible:

—Srta. Marisol, tienes tres días. Si quieres, vende tu casa, tu carro, tus bolsos o a ti misma… tú sabrás.

—¡Brenda, te atreves a insultarme!

¿Acaso acababa de decirle que se vendiera a sí misma?

Brenda ni se inmutó:

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