La Doctora que Destruyó su Imperio romance Capítulo 11

Brenda miró la pantalla de su celular y se rio con desprecio.

Estaba usando la tarjeta adicional de Joel.

Cada gasto que hacía, un aviso llegaba directo al celular de Joel.

Para ella, antes, gastar varios miles en una comida era lo más normal del mundo.

Pero sabía que Joel venía de una familia sin recursos, que siempre vivieron al día, así que él era muy ahorrador.

Así que, aunque después de casarse Joel le dio su tarjeta adicional y le dijo que la usara como quisiera, Brenda nunca la ocupó para comprar lujos.

Solo la usaba para comprar comida y cosas del día a día.

En todos estos años, jamás tuvieron una discusión por el dinero.

Incluso, en los cumpleaños o en fechas especiales, Joel le decía a Brenda que se comprara un bolso de marca como regalo.

Pero ahora que lo pensaba bien, si Joel de verdad hubiera querido regalárselo, ya se lo habría dado él mismo.

Solo decía eso porque sabía que ella no lo haría. Así podía quedar bien sin gastar ni un peso.

Y ahora, enterarse de que Joel le había regalado a Marisol un bolso de más de cien mil pesos...

Brenda tomó una decisión en ese instante.

No respondió el mensaje de Joel.

En lugar de eso, se fue directo al último piso del centro comercial más grande de la ciudad.

Ahí, donde estaban todas las tiendas de lujo.

Brenda no se detuvo a pensarlo mucho y empezó a entrar a cada tienda, una tras otra, comprando sin parar.

Bolsos, ropa, maquillaje. Todo lo que se le cruzaba.

Lástima que no había joyerías en ese piso.

...

Mientras tanto, cada compra iba llegando como notificación al celular de Joel.

Él estaba en una junta, pero apenas vio los mensajes, salió de la sala y marcó el número de Brenda.

Ella, al ver la llamada, apagó el celular sin dudarlo.

Y siguió comprando.

Pasaron apenas cinco minutos. Cuando quiso pagar en la siguiente tienda, la dependienta le informó que su tarjeta adicional estaba bloqueada.

Brenda ya lo esperaba.

Un hombre que te da su tarjeta y te dice que gastes lo que quieras, es porque está seguro de que no lo harás.

El día que lo haces, se le acaba la paciencia y te quita el derecho en un segundo.

Brenda no sintió ni una pizca de satisfacción por lo que acababa de hacer, solo una tristeza que le oprimía el pecho.

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