Entrar Via

La Doctora que Destruyó su Imperio romance Capítulo 29

—¿Y los hombres no tienen que hacerse responsables? ¿Ahora resulta que eres sexista? —aventó Alfredo con el ceño bien marcado.

Brenda no perdió el tiempo. Sin decir más, se puso a buscar su bolso, revisando por toda la sala hasta que al fin lo encontró debajo del sofá.

Sacó un fajo de billetes y lo dejó junto a la almohada, sin rodeos.

—Solo traigo esto, no tengo más encima.

Alfredo la miró como si no supiera si reír o enojarse.

—Brenda, ¿estás tratando de humillarme?

Brenda se cruzó de brazos, sin ceder un centímetro.

—A ver, sí, ayer fui yo la que te besó primero porque andaba borracha, pero después tú también le entraste. Aquí nadie puede hacerse el inocente. Somos adultos, cada quien se hace responsable de lo suyo.

—Y además, para alguien como tú, Alfredo, esas aventuras fugaces deben ser cosa de todos los días. Si te pusieras a hacerte cargo de cada una, terminarías volviéndote loco o, peor, quedarías como un ridículo.

En ese momento, la expresión burlona de Alfredo desapareció. Su cara se endureció y sus ojos se volvieron serios, lo que puso a Brenda en alerta.

—Brenda, ¿acaso no has puesto nada de atención en mí todos estos años?

Ella parpadeó, confundida.

—¿De qué hablas?

—Durante todo este tiempo no he tenido ni un solo chisme amoroso. Jamás he salido con nadie, ni una sola novia. Pregúntale a cualquiera, todo el mundo en Ciudad de Marisombra lo sabe, hasta los medios.

Brenda se quedó helada.

—No tenía idea... Pero... ¿a dónde quieres llegar?

Un mal presentimiento se le instaló en el pecho, como si hubiera pisado chicle en la banqueta y ya no pudiera quitárselo.

De pronto, Alfredo se levantó la sábana de encima y caminó directo hacia ella, sin nada puesto.

Brenda retrocedió instintivamente, pero enseguida topó con la pared. Ya no podía escapar.

Alzó la mirada y se encontró con Alfredo, enorme y desnudo, tan imponente como una montaña. El corazón se le aceleró y la mente se le puso en blanco.

Cuando intentó reaccionar, él ya le había tomado la mano y la apoyó contra sus abdominales marcados.

—Lo que trato de decirte... es que anoche fue mi primera vez. Así que, señorita, ahora te toca a ti hacerte responsable de mí.

Capítulo 29 1

Verify captcha to read the content.Verifica el captcha para leer el contenido

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Doctora que Destruyó su Imperio