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La esposa misteriosa escondida detrás de él romance Capítulo 53

-¿Quién eres exactamente? -preguntó ella.

El hombre estaba en tal estado de estupor que ninguna de sus palabras tenía sentido. Al final, comenzó a quitarse la ropa; los ojos de Ariadna se abrieron de par en par muy sorprendida, mientras se tambaleaba hacia atrás y, de forma instintiva, se protegió su pecho.

-¿Por qué te quitas la ropa? ¡No te atrevas a hacer nada raro! Me defenderé.

Al darse cuenta de que podría haberla asustado, el hombre se detuvo enseguida y, tras una breve vacilación, se levantó la manga para mostrar un vendaje sobre el hombro y procedió a quitárselo. Con solo una mirada, ella reconoció al instante una herida de arma blanca; esta era profunda, como si la navaja le hubiera cortado hasta el hueso. Debido a los puntos de sutura, la herida parecía grande y estaba muy roja. Por la fuerza con la que se arrancó la venda, la herida se volvió a abrir y fue entonces cuando la sangre empezó a salir y Ariadna se quedó sin aliento. Fue en ese momento cuando ella recordó de

repente un incidente.

Cuando vivía en el extranjero, una noche pasó caminando por la calle después de cenar; para su horror, un grupo de hombres con machetes estaba golpeando a otro hombre. Incidentes como ese eran frecuentes y el pensamiento que ella tenía al principio era alejarse. Sin embargo, cuando vio que los atacantes empezaban a acuchillar al hombre con sus machetes, corrió rápido y luchó contra ellos.

Por muy buena que fuera en la lucha, seguía siendo una mujer sola contra un grupo de hombres. Al final, escapó con el hombre herido a cuestas; corrieron durante casi diez cuadras antes de lograr librarse de sus atacantes. Tan pronto la zona estaba despejada, ella le dio un poco de dinero e incluso consiguió un auto para llevarlo al hospital. La herida de arma blanca, si recordaba correctamente, estaba justo en el omóplato, igual que la que ese hombre tenía. En ese instante, recordó todo y entonces por fin lo reconoció.

-¿Eres tú? —preguntó ella con incredulidad.

El hombre suspiró de alivio a pesar de que su herida seguía sangrando.

-Te he buscado por todas partes en el extranjero, pero cuando uno de mis amigos desapareció, no tuve más remedio que volver aquí. Incluso entonces, seguí enviando gente a buscarte y justo cuando creí que por fin te había encontrado, volví a perderte el rastro...

Ariadna recordó de repente la llamada telefónica que tuvo con Alicia.

Capítulo 53 1

Capítulo 53 2

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