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La esposa misteriosa escondida detrás de él romance Capítulo 54

Por muy buenas intenciones que tuviera Hernán, Ariadna se mantuvo firme y rechazó su oferta.

-No es que me molestes, pero sabes que soy muy hábil como para protegerme. Tú, en cambio, no deberías quedarte afuera hasta tan tarde, ¿y si alguien viene a por ti otra vez?

Él volvió a rascarse la cabeza y a la vez se sonrojó por la vergüenza.

-La última vez me tendieron una emboscada, alguien me drogó y me dejaron débil e impotente. Además, ahora estoy de vuelta en mi país, no tengo que temer que se repita ese incidente.

Hernán tenía una mirada tan decidida que Ariadna sabía que él no iba a rendirse tan fácil.

-De acuerdo entonces, puedes acompañarme a la entrada del barrio; desde allí tomaré un taxi para ir a casa.

Hernán asintió con la cabeza y sonrió muy feliz.

—¡De acuerdo!

Mientras él la seguía en silencio, pronto se dirigieron a la entrada; por suerte, había un taxi estacionado allí, al que ella subió enseguida. Hernán pagó la tarifa por adelantado y le recordó al chofer que condujera con cuidado, este se rio entre dientes al ver lo preocupado que se lo escuchaba.

-No se preocupe, prometo llevar a su novia a casa sana y salva.

—Novia no ... —Ambos respondieron de manera simultánea, solo que uno fruncía el ceño mientras que el otro seguía sonriendo felizmente.

El chofer solo vio la expresión de Hernán, que fue suficiente para que se riera a carcajadas antes de marcharse. «Los jóvenes de hoy en día no suelen hablar en serio, ojalá dejaran de mentirse a sí mismos».

Durante el trayecto de vuelta a casa, el rostro de Ariadna se iluminó con el suave resplandor de las farolas cuando pasaba por la calle y eso, a la vez, la hacía verse aún más soñadora y hermosa. Sin embargo, todo lo que tenía en mente entonces qué era lo que Cintia había estado haciendo en esa residencia y, justo cuando estaba a punto de perderse en sus pensamientos, Alicia la llamó de nuevo.

En la residencia, Cintia acababa de cerrar la puerta cuando un hombre con el pecho descubierto la abrazó con fuerza. Ella gritó sorprendida y, antes de que pudiera decir algo más, Matías ya la había sujetado contra la pared.

-Cin... -gimió mientras empezó a besarla con avidez.

Se besaron con tanta pasión que no tardaron en jadear fuerte; a ese ritmo, las cosas iban a suceder inevitablemente. Todo sucedió tan rápido que ella pronto se vio desnuda; aturdida y se apresuró a apartarlo.

-Más despacio, dime primero lo que has descubierto.

Matías hizo oídos sordos a sus palabras, a la vez la cargó y se dirigió derecho a la habitación de arriba. Enseguida, ella se vio tirada en la cama; él en ese momento la miraba con lujuria.

-Es una noche hermosa, hagamos lo que hemos venido a hacer y luego podemos hablar de otras cosas.

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