El aire en el penthouse se volvió denso, pesado.
Las palabras de Jorge—"asistirás como la directora de la Clínica Aurora"—rebotaban en la mente de Alejandra como un eco cruel.-
Recogió el valor que le quedaba, un pequeño fragmento de dignidad.
—¿Por qué?
Su voz fue apenas un susurro.
—¿Por qué el regreso de Gloria es tan importante para ti?
Jorge la miró, y por un segundo, Alejandra vio un destello de algo que no pudo descifrar. ¿Incomodidad? ¿Culpa?
Desapareció tan rápido como llegó.
—Le debo mucho —dijo él, con un tono evasivo que era peor que el silencio—. Tuvimos una historia… complicada. Es todo lo que necesitas saber.
"Todo lo que necesito saber". Como si fuera una empleada recibiendo un informe parcial.
—Jorge, no entiendo. ¿Qué clase de deuda?
Él se pasó una mano por el pelo, un gesto de impaciencia.
—No es algo que quiera discutir, Alejandra. Es personal.
Se acercó al bar y se sirvió un vaso de agua, dándole la espalda.
—Sobre mañana —continuó, cambiando de tema con una frialdad calculada—, quiero que te pongas tu uniforme. El blanco.
Alejandra parpadeó, incrédula.
—¿Mi uniforme? Pero… es una cena elegante. Pareceré una empleada.
Jorge se giró, su rostro era una máscara de lógica empresarial.



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