El color se le fue del rostro a Karla.
Todo se vino abajo.
—¿Karla, vas a regresar ya?
Era la voz de Úrsula.
—Mamita…
De pronto, Karla le arrebató el celular a Bastián y colgó la llamada.
Bastián frunció el ceño.
Él había escuchado.
Alguien en la llamada le había dicho “mamita”.
Su mirada, profunda y oscura, se clavó directo en Karla, y entrecerró los ojos con peligro. Al ver lo nerviosa que se puso, una idea se instaló en su cabeza.
—¿Mamita? ¿Así te llaman?
Karla apretó el celular con fuerza, obligándose a no temblar.
—Es el hijo de una amiga, le hablaba a ella.
—¿El hijo de una amiga? —repitió Bastián, masticando esas palabras con un tono cortante—. ¿Entonces por qué te pusiste tan nerviosa?
—¿Y tú cómo sabes que estaba nerviosa?
—Jm.
Bastián soltó una risa desdeñosa. Aunque Karla hacía todo por controlarse, su mirada y sus gestos la traicionaban.
—Estás mintiendo, Karla. ¿Sabías que cuando mientes te cuesta mirar a los ojos?
—¿Y ahora me estás interrogando, Bastián?
—Sí, te estoy interrogando. Tengo una duda: Hace años, embarazada de siete meses, fuiste al hospital para un aborto. ¿Qué doctor se atrevió a hacerlo? O… ¿acaso nunca perdiste al bebé y lo tuviste en Nación Bosque de Jade? ¿Ese niño que acaba de llamarte mamita es el que nació entonces?
Cada palabra de Bastián la hacía temblar por dentro.
Porque estaba acertando en todo.
Karla apretó la mandíbula, mirando a Bastián con seriedad.
—No es cierto. Ese bebé ya no está. ¿De verdad crees que me quedaría con tu hijo?
Bastián siempre había dudado si Karla en verdad se había deshecho del bebé.
Después de todo, ya tenía siete meses. Solo faltaba poco para dar a luz.
¿Habría sido capaz de hacerlo?
Además, ningún hospital acepta interrumpir un embarazo tan avanzado.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Exesposa Millonaria Bajo el Velo