—¿Hotel? ¿Por qué tengo que quedarme en un hotel? —Teresa fulminó con la mirada a Selena—. ¿Sofía, esa malagradecida, ni siquiera viene a buscarme y encima quiere que me quede en un hotel? ¡No me lo puedo creer!
—Te lo dije, Teresa, ahora Sofía es toda una señora de dinero, ¿tú crees que va a perder su tiempo en atenderte? —respondió Selena encogiéndose de hombros.
Teresa, indignada, se soltó a decir palabrotas—. ¡Esa desgraciada...!
Selena, a pesar de haber escuchado de todo en la vida, sentía que se le erizaba la piel al escuchar los insultos de Teresa. ¡Esa mujer sí que sabía cómo soltar la lengua!
—Ya, ya, tranquila —intervino Cecilia con una sonrisa—. Abuela, no te preocupes, yo tengo una forma de hacer que tía Sofía venga a buscarte y te lleve a vivir como la reina que eres.
Al escuchar esto, los ojos de Teresa brillaron de curiosidad—. ¿En serio? ¿Y cuál es ese plan?
—Eso por ahora es secreto. Tú solo hazme caso y déjamelo todo a mí —respondió Cecilia con aire misterioso.
Teresa miró a Cecilia, suspiró y le cedió el mando—. Bueno, bueno, Cecilia, tú mandas.
Cecilia asintió y continuó—. Ustedes han pasado horas en ese avión, seguro están cansadísimos. Vayan a descansar y yo les llevo algo rico de comer al rato, ¿les parece?
—Ay, mi niña, ¡así da gusto! —dijo Teresa con ternura, sonriendo orgullosa—. ¡Se nota que fuiste a la universidad!
Diego intervino—. Cecilia, ¿y no puedes decirle a tu abuelo cuál es tu plan?
Cecilia se rió—. Abuelo, ustedes ya hicieron suficiente en la vida. Déjenme a mí resolver esto, ustedes solo esperen las buenas noticias.
—Me parece perfecto —dijo Diego, satisfecho—. ¡Cecilia ya es toda una mujer hecha y derecha!
—Abuelo, vayan a descansar. Por cierto, ¿qué les provoca para el almuerzo? Mi mamá y yo vamos por lo que quieran.
—Lo que sea, hija, tú sabes que nosotros no somos de antojos ni exigencias —respondió Diego.
Cecilia asintió—. Listo, entonces ahora vayan a descansar, nosotros no los molestamos más.
Dicho esto, Cecilia tomó a Selena de la mano y salieron de la habitación.
Ya afuera, Selena no aguantó la curiosidad—. Bueno, ¿y ahora sí me vas a contar qué piensas hacer? Tus abuelos ya están aquí, no puedes seguir guardando el secreto...
Cecilia, un poco fastidiada, soltó—. Te dije que no preguntes tanto.

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