La Heredera Divorciada Billonaria romance Capítulo 1884

Lance estaba ansioso y tenso.

Llamó a casa, pero la sirvienta fue quien contestó la llamada.

"¿Está la Señora en casa?".

La sirvienta dijo: "No, ¿la Señora no fue a la oficina a buscarlo?".

Justamente, ella se estaba preguntando eso.

Lance dijo: “Avísame cuando ella esté en casa”.

"Sí, Señor".

Lance dejó escapar un profundo suspiro después de colgar el teléfono.

Yvette escuchó su conversación con Whitney hace un momento.

'¿Ella pensaría demasiado las cosas?', pensó Lance.

Las palabras de Whitney hace un momento fueron muy duras. Sin embargo, ya que Lance se acababa de enterar de la trampa de su madre para deshacerse de Whitney, él se sintió en deuda con ella y dejó que ella siguiera ventilando sus quejas.

Por lo tanto, él no respondió.

¿Quién sabría qué sucedería tal coincidencia?

Lance miró el número de teléfono de Yvette, en una profunda reflexión: ‘Estábamos siendo íntimos justo esta mañana. Sin embargo, ahora, ¿nuestra relación está a punto de terminar tan pronto? No quiero que esto termine y no puedo dejar que termine…’.

Él ya no tenía ganas de volver al trabajo. Por lo tanto, condujo junto a la acera en dirección a su casa, en búsqueda de Yvette,.

Yvette caminó sola por la acera. Después de un tiempo, de alguna manera se dirigió a la entrada de un bar.

Bar Tattle.

Yvette no había venido aquí durante tanto tiempo.

Ella empujó la puerta para entrar.

El bar aún no estaba abierto.

El gerente se acercó a echar un vistazo. "Señorita Quimbey, ¿por qué estás aquí ahora?”.

Incluso si no estaban abiertos, el gerente no se atrevía a echar a clientes como Yvette.

“No nos has visitado en tanto tiempo. El vino que guardaste con nosotros la última vez todavía está aquí. Puedes sentarte en tu antiguo lugar; haré que alguien te cante una buena canción”.

El gerente estaba tratando de adularla.

Después de todo, ellos no sabían lo que habían hecho para que la gran Señorita Quimbey dejara de frecuentarlos. Sin ella, el negocio no iba muy bien.

Yvette frunció los labios y se sentó en el bar. "¡Por supuesto! Haz que alguien cante. No quiero una sala privada. Me sentaré aquí mismo”.

El gerente estaba extasiado.

Inmediatamente, él llamó al cantante titular para que viniera.

"Señorita Quimbey, ¿qué te gustaría escuchar?”.

"Lo que sea".

"¿Qué te gustaría beber?".