El lugar se detuvo.
Livia apartó la mano de Keith con una sacudida, su tono distante. "Aprovechando esta oportunidad, he decidido anunciar algo".
Todos la miraron.
Livia dijo: “Voy a establecer un bufete de abogados especializado en casos de divorcio que involucren amantes. Haré todo lo posible para asegurar el mejor interés de las víctimas inocentes. En el caso de mi matrimonio fallido, he sido humillada, ignorada, pisoteada y abofeteada. Ya no puedo soportarlo. A todas las mujeres presentes, lo único que nos puede proteger son nuestros intereses. Por eso, si necesitan ayuda, siempre pueden venir a buscarme”.
Ante esas palabras, el salón del banquete se quedó en silencio. Incluso la música se detuvo.
El rostro de Keith estaba pálido. Él la miraba sorprendido, como si no conociera a la mujer que tenía delante.
Luego, un aplauso sonó de repente entre la multitud.
Todos buscaron el origen.
Nicole aplaudía con tranquilidad, sin tener en cuenta a los demás.
Inmediatamente después, Julie fue la segunda.
Luego, hubo un tercero y un cuarto...
Los aplausos de la multitud se volvieron más densos, más fuertes y más concentrados.
Ninguna de las mujeres presentes tenía el coraje de exponer el lado más vergonzoso de su matrimonio.
Incluso si ellas se divorciaran, eran sobre todo los hombres quienes dominaban la división de los bienes.
Esto también significaba que una vez divorciadas, su nivel de vida se desplomaría. Por eso, muchas mujeres optaban por hacerse la vista gorda ante la traición de sus esposos en sus matrimonios.
Después de todo, nadie tenía los antecedentes y la confianza de Nicole.
Eric se frotó las cejas, su expresión volviéndose fea.
Se acercó al lado de Nicole y bajó la voz.
“No te involucres. Las cosas ya están bastante mal así”.
Nicole sonrió ante las palabras y lo miró con frialdad.
Esa mirada hacía que el corazón de Eric se encogiera.
Ella dijo: “Señor Ferguson, esta mala situación fue causada por el Señor Ludwig, ¿no es así?”.
Antes de que Eric pudiera responder, Nicole resopló levemente.
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