La Heredera Revelada: El Camino del Poder romance Capítulo 165

—¿Es... es cierto que Moni y Liam tienen un compromiso, pero por qué preguntas? —Eduardo se quedó perplejo ante la pregunta inesperada de Emilio, pero respondió instintivamente.

—¿Por qué lo preguntas? —La voz de Emilio se elevó repentinamente, con un toque de locura—. ¡Eduardo, eres un idiota! ¡La familia Olivera es nuestra última esperanza! ¡Ve ahora mismo y habla con ellos para conseguir su ayuda financiera!

—¿La familia Olivera? —La voz de Eduardo cambió de tono, como si estuviera escuchando un cuento increíble—. ¿Director Marcano, está bromeando? ¿Sabe qué clase de influencia tiene la familia Olivera? Para ellos, la familia Narváez no es más que una hormiga.

—¡Basta de tonterías! —Emilio lo interrumpió bruscamente—. Estamos en una situación desesperada, ¡hay que arriesgarse! Mónica es la prometida de Liam, ese es nuestro mayor activo. Haz que Mónica hable bien de nosotros con la familia Olivera. Si nos ayudan, Inversiones Mundiales Solaris y el Grupo Narváez aún tienen salvación.

Eduardo permaneció indeciso. Conocía muy bien la inaccesibilidad de la familia Olivera y sabía que Isaías no veía con buenos ojos su relación con Liam y Mónica.

—Eduardo, ¡escucha! —Emilio advirtió con un tono amenazante—. Si Inversiones Mundiales Solaris quiebra, ¡tú tampoco saldrás bien parado! Haré que la familia Narváez no tenga paz.

Emilio colgó el teléfono, dejando a Eduardo con la cara desencajada y las venas de su frente palpitando de rabia.

—Papá, ¿quién era? ¿Por qué estás tan enojado? —preguntó Mónica tímidamente, ofreciéndole un tazón de sopa de pollo.

—¡Fuera! —gritó Eduardo, golpeando la sopa.

El tazón de porcelana se hizo añicos en el suelo, esparciendo sopa por todos lados. Mónica se estremeció, sus ojos llenos de lágrimas.

—¿Aurora? ¿Dante? —Eduardo se detuvo, recordando que Mónica había mencionado que Aurora estaba con Dante.

Si Isaías no era una opción, tal vez Dante podría serlo. Eduardo, sintiéndose como alguien que encontró un salvavidas, dejó de lado incluso los dieciocho mil.

—Dante... —murmuró, recordando algo, y rápidamente llamó a su asistente—. ¡Rápido! ¡Encuentra el número de Dante! ¡Necesito contactarlo!

—Presidente Narváez, el número del señor Olivera es muy confidencial, no es posible encontrarlo tan fácilmente —respondió el asistente con dificultad.