La Heredera Revelada: El Camino del Poder romance Capítulo 191

Mónica bajó la mirada instintivamente hacia el broche en su pecho, frunciendo el ceño con confusión.

Aurora, con una sonrisa helada en los labios, comentó con un tono despreocupado:

—Desde que obtuviste ese broche, la familia Narváez estaba destinada a caer.

Luego de decir esto, Aurora dejó de prestarle atención a Mónica y se dirigió hacia el auto estacionado en la puerta.

Mónica se quedó parada allí, atónita.

Mientras miraba la figura de Aurora alejarse, las palabras finales de Aurora resonaban en su mente:

Desde que obtuviste ese broche, la familia Narváez estaba destinada a caer...

De repente, Mónica se dio cuenta de que este broche realmente parecía haber traído mala suerte.

Desde que lo usó, la familia Narváez había experimentado una serie de desgracias.

Primero, su papá fue diagnosticado con herpes; luego, ella fue atacada en las redes sociales; las acciones de Grupo Narváez se desplomaron; y ahora, su familia estaba desmoronándose...

¿Podría ser que todo esto fue por culpa del broche?

Cuanto más lo pensaba Mónica, más asustada y arrepentida se sentía.

Con un movimiento brusco, arrancó el broche de su pecho y lo lanzó al suelo con fuerza.

—¡Ahhhh!

Un grito de desesperación brotó de Mónica.

Se agachó, cubriendo su cabeza con las manos, llorando desconsoladamente.

Si no hubiera tomado el broche de Aurora a la fuerza...

¿La familia Narváez estaría en tan mala situación ahora?

Un mar de remordimientos y miedos la inundaban.

En su desesperación, Mónica incluso consideró la idea del suicidio.

Se levantó tambaleándose y corrió hacia las escaleras de la villa, deseando saltar desde lo alto para acabar con su sufrimiento.

Justo cuando estaba por llegar a la cima de las escaleras, una figura alta y robusta apareció repentinamente frente a ella, agarrando su brazo con firmeza.

...

El asunto de la familia Narváez llegó a su fin.

En el centro de Puerto San Martín.

Un restaurante llamado "La Pergola" era famoso por su privacidad y platos exquisitos.

Dentro de un reservado del restaurante, el ambiente era algo tenso.

Aurora estaba sentada al lado de Dante; enfrente de ellos, Fabio parecía un poco incómodo, y Verónica evitaba el contacto visual.

Fabio rompió el silencio levantando su vaso de jugo, con una expresión sincera:

—Señorita Lobos, si no fuera por su intervención hace medio año, mi madre... nunca tuve la oportunidad de agradecerle en persona, y no esperaba volver a encontrarme con usted. Hoy me ha dado esta oportunidad, este brindis es para usted.

Aurora levantó su taza con bebida elaborada, tocando suavemente la de Fabio, y habló con calidez:

—Abogado Bolaños, no tiene que ser tan formal. Salvar vidas es la responsabilidad de un médico. Además, el abogado Bolaños defendió con valentía en la junta de accionistas de Grupo Narváez, y eso me ayudó bastante. La que debe agradecer soy yo.