La Heredera Revelada: El Camino del Poder romance Capítulo 99

—¿Entonces por qué ir tras Román? —se preguntaba Aurora en voz baja.

¿Podría ser solo por venganza? Algo dentro de ella le decía que no era tan sencillo.

Aurora decidió borrar el mensaje que había estado escribiendo y respondió: [Estas semanas necesitaré que sigas vigilando, Román sigue en período de observación y yo no puedo dejarlo solo por ahora.]

Vero le contestó enseguida: [¡Ay, mi querida! No te preocupes, yo me hago cargo de todo.]

Guardando su celular, Aurora volvió la mirada hacia Román, quien dormía recostado sobre el respaldo de la cama. Sabía que tanto él como Simón no querían que se acercara a Dante. Lo que no entendía era el motivo de su rechazo hacia él.

¿Sería solo porque Dante estaba en silla de ruedas? O tal vez había más en la historia entre la familia Olivera y la familia Lobos, algo que ella desconocía.

Suspiró profundamente y se dejó caer en el sofá, cerrando los ojos para descansar un poco. Demasiadas cosas habían pasado últimamente, y el cansancio comenzaba a hacer mella en ella.

Verónica, mientras tanto, tenía que esquivar las amenazas y al mismo tiempo ayudarla a rastrear el paradero de Joel. La situación era abrumadora.

El tema de Dante y la familia Lobos tendría que esperar hasta que todo lo demás estuviera bajo control.

…

En la mansión de la familia Narváez, el cuarto que había sido de Aurora ahora era territorio de Mónica. Había transformado el estilo sobrio de Aurora en un lugar que parecía sacado de un cuento de princesas, con un rosa tan intenso que casi dolía a la vista.

En ese momento, Mónica estaba completamente concentrada en la pantalla de su celular. Era el tercer día desde que estallara el escándalo en su contra.

Las duras críticas eran como dagas que se clavaban en su corazón. En el foro de la Academia Sócrates de Altas Artes, el video donde acosaba a sus compañeros había llegado al top de búsquedas, y las pruebas de su fraude académico se habían expuesto por completo. La imagen de "chica prodigio" que tanto había presumido estaba ahora hecha pedazos, esparcida por el suelo.

Temblaba de ira, sus uñas se clavaban en sus palmas hasta que la sangre empezó a brotar. Todo esto era obra de Aurora, estaba convencida.

—¡Papá! No fue mi intención, solo quería...

—¡¿Querer qué?! ¡Mira cómo las acciones del Grupo Narváez se han desplomado! ¡Todo por tu culpa! ¡Nunca debí dejar que te metieras con Aurora! ¡Ahora toda la empresa está en riesgo por ti! —Eduardo estaba furioso, no quería escuchar ninguna explicación de Mónica.

En solo tres días, las acciones del Grupo Narváez habían caído drásticamente. Incluso, había sido confrontado por más de una docena de accionistas de la empresa, quienes le habían gritado en la cara por haber criado a una hija como Mónica.

Eduardo se sentía humillado por su propia hija.

—¡Papá, no puedes dejarme así! ¡Soy tu hija! —Mónica estaba aterrada.

No podía creer que su padre, quien siempre la había querido, ahora fuera tan indiferente.