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La Otra Familia en Sus Publicaciones romance Capítulo 9

En plena madrugada, Raúl regresó a casa. Todas las luces permanecían apagadas, y la oscuridad lo envolvía como una sábana pesada.

Se quedó parado en la entrada, desorientado, sin saber si avanzar o retroceder. Solo después de un buen rato, logró reunir el ánimo para encender la luz.

Llevaban tres años de casados. Sin importar la hora, Noelia siempre solía esperarlo en la sala, acurrucada en el sillón mientras veía la televisión. Apenas lo veía llegar, corría descalza hasta él, lo abrazaba tan fuerte que parecía que nunca lo dejaría ir. Solía colgarse de su cuello, y no había manera de quitársela.

Ahora, ni siquiera había dejado una luz encendida para él.

Eso sí que era señal de que estaba muy enojada.

Arrastrando los pies y el cansancio, Raúl entró a la habitación. Seguía todo oscuro, así que aprovechando el débil halo de luz que se colaba entre las cortinas, encendió la lámpara de noche.

Noelia, medio dormida, enterró la cara en la almohada, como si así pudiera desaparecer.

Raúl se sentó en la orilla de la cama y le apartó con suavidad unos mechones de cabello de la frente, intentando ver si estaba dormida.

Pero Noelia seguía escondiendo el rostro, envuelta en la sábana como si no quisiera que nadie la viera.

Raúl dudó un momento, suspiró y se fue directo al baño.

El sonido del agua corriendo llenó la habitación. Noelia abrió los ojos lentamente, sus pestañas humedecidas temblaban sin control. Se tapó de nuevo, apretando la sábana contra su cuerpo.

Raúl salió del baño envuelto en una bata oscura, el cabello aún goteando. Se acercó a la cama, se inclinó para mirar a Noelia, pero al ver que seguía sin moverse, apagó la luz y salió rumbo al estudio.

En el estudio tampoco encendió la luz. Se quedó de pie frente al ventanal, encendió un cigarro y lo sostuvo junto a una pulsera de diamantes que brillaba bajo la luz de la ciudad.

Estaba convencido de que ella no había notado nada. Si de verdad se hubiera dado cuenta, con el carácter que tenía Noelia, habría hecho un escándalo tan grande que hasta los vecinos se hubieran enterado.

La pulsera se había perdido en el piso trece. Para Raúl, solo había sido una coincidencia.

...

A la mañana siguiente.

Noelia se levantó, se lavó la cara y se preparó para salir a dejarles el desayuno a sus padres. Raúl, ya vestido y listo, salió del vestidor al mismo tiempo.

Noelia ya no tenía ganas de hablar con él. Tomó el celular y se dispuso a salir por la puerta.

Raúl se le cruzó y, sujetándole la muñeca, preguntó:

—¿Y la pulsera? ¿Por qué no la traes puesta?

Noelia bajó la mirada y con voz ronca respondió de manera evasiva:

—No sé, creo que la perdí.

Raúl ignoró por completo el tono de Noelia y la miró fijamente:

—Ayer en la noche vi a Dante.

Capítulo 9 1

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