Hospital Infantil de Ciudad Brumosa.
—Doctora, ¿está segura de que no se equivocaron con los resultados? ¿De verdad mi hijo es tipo A de sangre?
—Señora Olivares, no hay error. Su hijo es tipo A, los resultados son confiables.
Kiara Rodas miraba el análisis de sangre de su hijo con los ojos abiertos de par en par, sin poder ocultar su sorpresa.
Ella y su esposo, Dionisio Olivares, ambos eran tipo O. ¿Cómo era posible que su hijo resultara tipo A?
El niño tenía ya tres años.
A pesar de todo el cariño y los cuidados que siempre le dedicó, su hijo no la sentía cercana. Cada vez que intentaba abrazarlo, él se apartaba con brusquedad, incluso llegaba a gritarle, insultarla o escupirle.
Por primera vez, Kiara dudó: ¿habrán cambiado a su hijo al nacer?
Pero después lo pensó mejor y no le encontraba sentido.
Cuando dio a luz, fue en el hospital privado más exclusivo de Ciudad Brumosa. Además, siempre tuvo a una nana y a las empleadas cuidando del bebé día y noche. Era imposible que hubieran confundido a los niños.
—¿Entonces qué salió mal aquí? —murmuró, apretando el papel en sus manos.
...
Residencia Bahía Lunar.
Una hora después, Kiara regresó a casa con el corazón en un puño.
Apenas abrió la puerta del carro, escuchó la voz animada de su hijo, Vicente Olivares.
—Papi, ¿puedo pedirle a la señorita Brenda que sea mi nueva mamá?
—¿De verdad te gusta tanto la señorita Brenda? —respondió Dionisio, con el tono divertido de siempre.
—Sí, porque la señorita Brenda es bonita y me cuida un montón. Quiero que ella sea mi nueva mamá.
La mano de Kiara se quedó suspendida en el aire, sin cerrar la puerta. Sintió como si le clavaran una espina directo al pecho.
En el jardín de la casa, Dionisio y su “hermana de crianza”, Brenda Zamudio, se mecían en el columpio uno a cada lado. Vicente, con su carita de niño bueno, estaba sentado entre ambos, como si fueran una pequeña familia perfecta.
—Vicente es adorable —dijo Brenda, mientras Vicente se aferraba a su cuello y le hablaba con voz infantil—.
—Señorita Brenda, ¿puedo decirte mamá?
Los ojos de Brenda se iluminaron y se curvaron como la luna, miró a Dionisio entre tímida y emocionada.
La sonrisa de Vicente desapareció de golpe, su carita se torció en un gesto de rechazo y desagrado. Corrió a refugiarse en los brazos de Brenda.
—No quiero, eres mala. Te odio —gritó, escondiéndose.
Kiara sintió una punzada tan fuerte en el pecho que casi no pudo respirar.
Cuando estuvo embarazada de Vicente, el embarazo fue complicado. Sufría náuseas constantes, y tuvo que soportar muchos dolores. Se puso más de mil inyecciones para salvar el embarazo. Dio todo de sí para traer a su hijo al mundo.
Y ahora...
Ese niño por el que casi dio la vida, ni siquiera la quería cerca. Prefería a otra mujer como madre.
Sentía su corazón hecho trizas.
Brenda se puso de pie con aire delicado, y habló con cuidado:
—Kiara, no te confundas. Hoy vine solo porque es el cumpleaños de Vicente, quería felicitarlo personalmente.
Kiara ni la miró. Solo pensaba en hacer entrar en razón a su hijo.
—Te lo repito, Vicente. Ven aquí con tu mamá.

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