Él solo mantenía una sonrisa forzada, repitiendo frases de cortesía.
Benjamín guardó los documentos en el cajón y, con un tono sereno, soltó:
—Escuché que tu esposa está a punto de dar a luz, ya falta solo un mes. Así que el proyecto de Santa Lucía de los Altos se lo voy a encargar a ella. Aprovecha este tiempo para descansar y estar con tu esposa.
El gerente del proyecto mantenía la sonrisa, pero sus ojos reflejaban un profundo agradecimiento.
—Gracias, señor Benjamín, por su consideración. Yo…
Benjamín lo interrumpió, hablando con voz apacible:
—No hace falta que digas más, vuelve a tu puesto. Estos años has aguantado bastante.
El gerente le agradeció varias veces y después salió de la oficina de Benjamín.
Al cerrar la puerta tras de sí, la sonrisa en su cara se fue desvaneciendo poco a poco.
Quedarse en San Miguel Antiguo y poder acompañar a su esposa durante el nacimiento de su hijo era una buena noticia, pero el hecho de que Benjamín le diera tanta importancia a la autora de aquel proyecto le hacía temer por su propio puesto.
...
Cuando Petra volvió a San Miguel Antiguo, no le avisó a Belinda.
Ese mismo día, su hermana ya había comenzado a enviar invitaciones a las familias de la alta sociedad con las que mantenían una relación cercana.
Pasado mañana, en la mansión Calvo, le organizarían una fiesta de bienvenida especial.
Petra salía del Edificio Hurtado justo cuando recibió la llamada de Belinda.
—Petra, ¿acaso ya no somos las mejores amigas? Ni siquiera me avisaste que regresabas a San Miguel Antiguo.
Petra soltó una pequeña risa.
—¿No que hace unos días andabas de paseo por la República Popular del Suria? No quise molestarte, para no arruinarte el viaje.
Belinda resopló, en tono de broma.
—Esta noche llego a San Miguel Antiguo, mi vuelo aterriza a las ocho. Catalina Espino armó una reunión en Elixir de los Andes. ¿Por qué no vas conmigo? Además, Catalina tiene mucho sin verte, dice que ya te extraña.
Petra se mordió los labios, dudando un poco.
Belinda insistió:
...
Por la noche, Belinda fue a buscar a Petra para ir juntas a Elixir de los Andes.
Petra llevaba diez años fuera de San Miguel Antiguo y no tenía idea de cómo había cambiado la ciudad ni las vidas de sus antiguos compañeros. Belinda, muy animada, le fue contando en el camino quiénes asistirían a la reunión y cómo les había ido en la vida.
Cuando Petra estudiaba allí, el Grupo Calvo estaba en su momento más brillante, así que sus amigos y compañeros también provenían de familias con buena posición.
Pero en estos diez años, algunos habían perdido su fortuna y desaparecido del círculo, mientras que otros, gracias a parientes bien colocados, habían alcanzado una nueva posición de privilegio.
Petra escuchaba en silencio, atenta a cada detalle.
Durante todo ese tiempo fuera, Catalina nunca la había buscado ni una sola vez.
Ahora que la familia Espino había dado el gran salto, brillando como el sol en lo alto, todo había cambiado.
Como solía decir Catalina hace una década, la familia Calvo ya ni siquiera tenía oportunidad de entrar a ese círculo exclusivo.
Que Catalina la invitara a la reunión no podía ser pura casualidad.
Pero Petra sabía que, aunque el camino estuviera lleno de peligros, tenía que seguir adelante.

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