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La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 162

Si aún conservara ese título, sin duda seguiría siendo la princesa legítima.

Petra bajó la mirada y apartó la vista.

Florencia, sin embargo, notó que las estaban observando. Su rostro mantenía una sonrisa serena, y su voz era tan suave que parecía envolver a todos con calidez.

—Ya pedí comida de Épico & Exquisito para todos. A la hora de la comida la traerán. Si no es de su agrado, les pido una disculpa.

Mientras pronunciaba estas palabras corteses, cada uno de sus movimientos irradiaba una elegancia y seguridad natural, como si hubiera nacido para estar en el centro del escenario.

En la oficina, todos se apresuraron a agradecerle entre murmullos y asombro.

Épico & Exquisito era ese tipo de restaurante al que la mayoría de ellos no se atrevía ni a asomarse. Y Florencia, con una simple orden, lograba que les llevaran la comida como si se tratara de cualquier servicio a domicilio.

Florencia mantuvo la sonrisa mientras entraba al elevador.

Benjamín intentó seguirla, pero ella levantó la mano y le cortó el paso suavemente, deteniéndose justo antes de tocarlo.

Aunque no hubo contacto, ese gesto dejó en el aire una tensión imposible de ignorar.

—Entre tú y yo no hace falta tanta formalidad. No me acompañes, mejor regresa a trabajar.

Benjamín, por una vez, obedeció y no insistió. Asintió con una expresión inusualmente amable.

—Está bien, cuídate en el camino.

Florencia no se detuvo a despedirse ni a intercambiar palabras de cortesía. Simplemente extendió la mano y presionó el botón para cerrar la puerta del elevador.

Benjamín también se dio la vuelta y regresó a su oficina.

...

Petra seguía sentada, como ausente, en el escritorio de Anaís. A su alrededor, las asistentes y secretarias del área ejecutiva murmuraban entre sí.

Todas envidiaban los orígenes de Florencia.

Todas sucumbían ante su porte y su carisma.

Una mujer como ella, mientras no cometiera algún delito grave que manchara su nombre, jamás conocería las dificultades de la vida cotidiana.

Petra apretó los labios en silencio, deseando en el fondo que su hermana hubiera nacido en una familia como la de los Aguirre.

Si ella hubiera tenido la suerte de pertenecer a los Aguirre, quizás no habría terminado agotada y enferma de cáncer de estómago, ni habría tenido que seguir peleando por salvar el desmadre que Emiliano había dejado tras de sí, incluso mientras luchaba por su propia vida.

El celular de Petra vibró en medio del bullicio.

Ella volvió en sí, revisó la pantalla y vio que Benjamín le había mandado un mensaje.

[¿A poco el primer día de trabajo ya llegas tarde? ¿Debo agradecer que contraté a una celebridad?]

—La oficina del Sr. Benjamín tiene buen aislamiento acústico.

Luego, presionó el timbre de cristal en el marco de la puerta.

La pantalla se iluminó y apareció una imagen de la pared de fondo, pero Benjamín no se mostraba.

Anaís habló con respeto:

—Sr. Benjamín, la Srta. Petra ya llegó.

Un momento después, la voz seca de Benjamín salió por el altavoz de la pantalla.

—Que pase.

En cuanto terminó de hablar, la llamada se cortó.

Petra miró la pantalla con la garganta apretada.

Así se vive la vida en la cima: la oficina era tan grande que ni siquiera el sonido de la puerta llegaba a su dueño.

Mientras tanto, ella y su hermana seguían ahogadas por las deudas de Grupo Calvo.

Compararse con gente así solo sirve para amargarse la vida.

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