Petra se acercó a Emiliano, deteniéndose justo frente a él y, con una sonrisa, tomó su brazo de manera afectuosa.
—Papá, hace mucho que no nos sentamos a comer juntos en serio. ¿Qué te parece si esta noche cenamos juntos? Así aprovecho para contarte mis planes y la visión que tengo para Nexus Dynamics. Ya después decides si quieres o no comprar acciones de la empresa, ¿te parece?
El rostro de Emiliano se mantuvo con una sonrisa fingida, como si temiera caer en alguna trampa de Petra. Ni lo pensó; simplemente la rechazó de inmediato.
—Hoy tengo otro compromiso, hija. Mejor en otra ocasión. Ya luego invito también a la señora Nayeli y nos reunimos los tres en familia. Así platicamos tranquilos, ¿te parece?
Desde que Petra y su madre habían regresado a Santa Lucía de los Altos, ella no le había hablado con tanta amabilidad como ahora. Si no fuera porque le convenía, la verdad es que esa muchacha ni siquiera le dirigiría la palabra.
En la fiesta de bienvenida que Jimena organizó para Petra, ya habían corrido rumores sobre la alianza renovada entre la familia Calvo y la familia Hurtado; Emiliano estaba al tanto. Sabía perfectamente que Petra quería engancharlo para que se hiciera cargo del desastre en que se había convertido Nexus Dynamics. Pero él no iba a caer tan fácil.
Los ojos de Petra se iluminaron con una chispa de astucia.
—Entonces espero tu llamada.
Emiliano asintió y, de inmediato, se soltó del brazo de Petra.
—Me retiro.
Sin decir nada más, se marchó.
Petra salió tras él. Al notar esto, Emiliano se irguió, visiblemente alerta.
Verlo tan a la defensiva hizo que Petra dejara escapar una mueca de burla. Se adelantó hasta el elevador y presionó el botón para bajar.
En ese momento, vio por el rabillo del ojo que Joaquín estaba asomado en la puerta de la sala de juntas, espiando. Petra, aprovechando la oportunidad, se acercó aún más a Emiliano y le habló en voz baja, asegurándose de que solo él pudiera escucharla.
—Papá, si de verdad quieres comprar acciones de Nexus Dynamics, búscame. Yo podría venderte una parte, y te aseguro que te saldrá más barato que lo que Joaquín te ofrece.
Habló tan bajo que Joaquín no podía oír nada desde donde estaba.
Emiliano miró fijamente la puerta del elevador, sin que Joaquín pudiera ver su expresión.
—Lo pensaré —murmuró, apenas audible.
Joaquín la miró, sorprendido. Luchando por controlar el fastidio que sentía, le habló con voz grave.
—Petra, ¿no que tu papá ya había muerto?
Petra sonrió de lado.
—Sí, para mí ya estaba muerto, pero por sacar a Nexus Dynamics adelante, puedo hacer como que sigue vivo.
—Arreglen entre ustedes lo de ese quince por ciento de acciones; para ustedes no debe ser tan difícil. Mi papá es asunto mío. Él me debe, y aunque Nexus Dynamics no está en su mejor momento, puedo convencerlo de invertir. Al final, sé por dónde llegarle.
Dicho esto, Petra presionó el botón para subir el elevador.
Joaquín respiró hondo, cruzó la distancia que los separaba y le sujetó la muñeca con fuerza.
—¿No me habías dicho que ya no tenías familia en este mundo?
Petra frunció el ceño y, con un movimiento brusco, se soltó del agarre de Joaquín. Su mirada se volvió dura, distante, casi como si no le importara lo que él pensara.

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