Benjamín entrecerró los ojos, recostándose hacia atrás en la silla, con una mirada impasible clavada en Joaquín.
—¿No terminaron? Entonces, si no han terminado, ¿por qué anda usted, Sr. Joaquín, con esas mañas a escondidas? Si puede hacerle eso a su prometida de siete años, la verdad me preocupa pensar cómo trataría a sus socios de negocios.
El rostro de Joaquín cambió al instante, comprendiendo que Benjamín le había tendido una trampa con sus palabras. Sintió como si algo se le atascara en la garganta: ni podía tragarlo ni escupirlo.
Benjamín tamborileaba con los dedos sobre el brazo de la silla, marcando un ritmo lento y seguro.
El nerviosismo de Joaquín solo fue en aumento.
—Sr. Benjamín, ella y yo solo estamos distanciados por ahora. Nada más está enojada, ya verá que cuando se le pase el coraje, todo volverá a la normalidad.
—Mire, como dice el dicho: “El que no vela por sí, se lo lleva la corriente”. Usted ha llegado hasta donde está, seguro entiende lo que digo.
Benjamín soltó una risa desdeñosa.
—La verdad, no lo entiendo ni tantito.
Desde que nació, lo formaron para ser el heredero. En aquellos años en los que los tíos y parientes competían ferozmente, todos trataban de demostrar su valía llevando los negocios y proyectos a lo más alto, pero nunca nadie puso en riesgo los intereses de la familia.
La familia Hurtado llegó hasta donde está por la unión de todos sus miembros.
Claro que había roces, pero siempre supieron ver el panorama completo.
¿Y él quería que se identificara con sus acciones?
Joaquín se quedó rígido, captando la postura de Benjamín en sus palabras. No estaban ni cerca de ser iguales.
Apretó los dientes, forzó una sonrisa y, resignado, se levantó del sofá para despedirse.
—Siendo así, Sr. Benjamín, veo que Nexus Dynamics no es de su interés, así que no le quito más tiempo.
Benjamín alzó la mirada, y en sus ojos se encendió una chispa cortante.
—¿Y ya se va, Sr. Joaquín, si ni siquiera hemos hablado del precio? ¿Tan poco vale mi tiempo?
Sentía el desdén y el juego en las palabras de Benjamín.
—Si no tiene interés en negociar de verdad, Sr. Benjamín, mejor me retiro.
Benjamín no lo detuvo. Dejó la taza sobre la mesa y respondió con voz tranquila.
—Los demás solo le van a ofrecer menos de lo que yo le propongo. Si no me cree, ya verá. Pero la próxima vez que venga, no espere que yo sea tan flexible.
Joaquín salió de la oficina, apretando la quijada y con el rostro endurecido.
No podía creer que alguien ofreciera menos por Nexus Dynamics.
El veinte por ciento de las acciones de Nexus Dynamics debería de acercarse, por lo menos, a cien mil millones en valor.
La propuesta de Benjamín era como un machetazo directo a su orgullo. Vender en esas condiciones, ni pensarlo.

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