La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 394

Ya qué.

Total, ni que fuera la primera vez que hacía el ridículo delante de él.

¿Y quién tiene la culpa? Si él fue el que no dejó que el señor Baeza la dejara entrar, obligándola a treparse por la barda para buscar pruebas.

Con lo desastrosa que estaba hoy, pensándolo bien, Benjamín tenía al menos la mitad de la responsabilidad.

Petra avanzó hacia la sala, echó un vistazo rápido a su alrededor y apartó la mirada. Solo era una casa más, y sinceramente no sentía ningún apego por ese lugar. Sin pensarlo mucho, se dirigió a la entrada principal.

Benjamín la esperaba en la puerta. Cuando la vio acercarse, sacó un par de sandalias blancas del mueble y las dejó en el suelo frente a ella.

—Póntelas.

La casa seguía en remodelación y todo afuera estaba lleno de escombros y piedritas. Si Petra salía descalza, no llegaría ni a la banqueta antes de quedar con los pies llenos de heridas.

Petra se quedó mirando las sandalias limpias. Dudó. Sus pies estaban tan sucios que, si se las ponía, seguro las dejaría hechas un desastre.

Benjamín notó que no se las ponía de inmediato. Dio dos pasos hacia ella, quedando a solo unos centímetros, y se inclinó un poco con la mirada fija en sus ojos.

—¿No te las quieres poner?

Petra negó con la cabeza.

—No es eso.

Solo que sus pies estaban demasiado sucios y las sandalias demasiado blancas.

Benjamín arqueó una ceja, y una sonrisa tentadora se dibujó en sus labios.

—¿Ah, sí?

La sorprendió tanto esa sonrisa inesperada, tan cerca y tan directa, que se quedó mirándolo embobada, sin atreverse a respirar.

—Pensé que más bien querías salir descalza, dejar que las piedras te agujereen los pies, y así obligarme a cargarte de regreso.

La voz grave de Benjamín resultaba tan atractiva que Petra reaccionó de golpe y se apresuró a calzarse.

—No es lo que estás pensando.

Benjamín bajó la mirada y revisó sus pies. Sus ojos se tornaron más oscuros y en su tono apareció un matiz cortante.

—Perfecto.

Petra tragó saliva.

—Si está todo bien, ¿por qué hablas como si quisieras morderme?