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La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 439

Baltasar terminó de hablar y, en cuanto se dio cuenta, cerró la boca de inmediato. Sabía perfectamente que esa frase no le caía nada bien a Benjamín.

Tal como lo esperaba, apenas terminó de hablar, Benjamín le lanzó una mirada tan cortante que le recorrió la espalda como una descarga eléctrica.

Si no fuera porque estaba convaleciente por un accidente de trabajo, Baltasar estaba convencido de que Benjamín ya lo habría mandado a un puesto perdido en África.

Intentando aliviar la tensión, soltó una risa incómoda y dijo:

—Mira, primo, la verdad es que tienes dos opciones. La primera es dejar claro lo que sientes de una vez.

Benjamín lo miró impasible.

—¿Y la segunda?

—Despedir a la señorita Petra —aventó Baltasar, casi en susurro.

Benjamín soltó una risa cargada de sarcasmo y lo fulminó con la mirada.

Baltasar se apuró a explicar:

—Mira, si la despides, ella ya no sería tu subordinada. Así, en ciertos aspectos, estarían en igualdad de condiciones. Eso facilitaría que las cosas se pongan… más interesantes entre ustedes.

Benjamín alzó la mano y le dio un golpecito en la cabeza a Baltasar.

—Si te hiciera caso, sí que estaría perdiendo la cabeza.

En su mente, Benjamín recordó aquella noche en que Petra, después de beber de más, lo abrazó pensando que era un sueño y le llamó “esposo”. En ese momento, se le dibujó una ligera sonrisa en los labios.

Baltasar, sobándose la cabeza, insistió:

—Primo, te lo digo de corazón. Si sigues con esto entre tú y la señorita Petra, solo se van a desgastar.

La mirada de Benjamín se volvió firme.

—Estoy seguro de que ella va a acercarse a mí.

Baltasar se rascó la cabeza, sin entender de dónde sacaba Benjamín tanta seguridad.

—Si la señorita Petra de verdad estuviera tan convencida, no habría armado aquel escándalo para cancelar la boda.

Apenas terminó de hablar, sintió una mirada que le atravesó como un cuchillo.

No lo pensó dos veces y se recostó en la cama del hospital. Por la rapidez del movimiento, se jaló la herida y soltó un grito de dolor.

Benjamín, al ver su cara tan pálida, presionó el botón para llamar a la enfermera.

Baltasar, aguantando el dolor y con una sonrisa forzada, le dijo entre dientes:

Anaís aplaudió para llamar la atención de quienes aún seguían trabajando y anunció:

—Vamos a darle la bienvenida a la nueva compañera del área de presidencia: Petra, la señorita Petra.

Anaís fue la primera en aplaudir. Los demás, por compromiso, también aplaudieron un par de veces.

Viendo el ambiente tenso, Anaís se acercó a Petra y le susurró:

—No creas que no te quieren aquí. Es que todos andan con mucho trabajo.

Petra sonrió con calma, transmitiendo una tranquilidad inalterable.

—No te preocupes —respondió—. ¿Me podrías decir dónde está mi lugar de trabajo?

Al escucharla, Anaís asintió y la guio hasta la oficina que le habían asignado.

...

Una vez sentada en su lugar, Petra notó que el escritorio estaba impecable, sin una sola hoja, ni siquiera una computadora, y nada que indicara alguna tarea pendiente. Levantó la vista y preguntó con serenidad:

—¿Cuál es mi trabajo para hoy?

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