Sin embargo...
Él le recordó aquel día en que, borracha, le llamó “esposo”.
Petra siempre había creído que esa noche solo había sido un sueño.
Así que, al escuchar que él mencionaba ese momento, reaccionó como un gato asustado, con los nervios de punta y el corazón acelerado.
Intentó justificarse, queriendo demostrarle que jamás se había arrepentido de romper el compromiso con él.
Jimena, al no recibir respuesta de Petra, habló con voz calmada.
—¿Te cuesta decirlo o es que otra vez te pusiste terca delante de él?
El rubor y la incomodidad se apoderaron del rostro de Petra.
Su hermana, después de todo, era la persona que mejor la conocía en el mundo.
—Hermana, la verdad, yo creo que el señor Benjamín no se molestó. Puede que ya haya perdido cualquier interés en mí, por eso cuando le conté la razón por la que insistí en terminar el compromiso, él simplemente lo aceptó.
—Después de tantos años, tal vez lo único que quería era una explicación.
Jimena soltó una risa baja y preguntó:
—¿Tú estás segura de que él ya lo superó?
—Supongo... eso creo —respondió Petra, sin mucha convicción.
Jimena la miró con una sonrisa. Ella no creía que Benjamín hubiera dejado todo atrás tan fácil.
—¿Qué le dijiste sobre la razón por la que rompiste el compromiso?
—Eh... —Petra se quedó sin palabras ante la pregunta de su hermana. Con Benjamín podía mentir, pero frente a Jimena, le resultaba imposible.
La conocía demasiado bien.
—Hermana, en realidad no importa tanto cómo respondí, lo importante es que...
Jimena la interrumpió.
—¿Cómo que no importa? Si como tú dices, él esperó diez años solo para escuchar una explicación, y tú le diste una mentira, entonces el verdadero problema sigue ahí, sin resolverse.
—Petita, eso... no es justo para él.
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