—¿Compensar?
Benjamín saboreó esa palabra, dejándola rodar en la boca, y terminó soltando una risa burlona para sí mismo.
Cuando Petra le había pedido romper su compromiso de la nada, ¿acaso la vio alguna vez intentando compensarle algo a él?
A fin de cuentas, todo era porque Joaquín tenía algo especial para ella.
El simple hecho de pensar que había perdido frente a un tipo como ese le revolvía el estómago a Benjamín, le apretaba el pecho hasta dejarlo sin aire.
Apartó la mirada de Petra, levantó la mano con un gesto impaciente.
—Puedes irte.
Petra asintió y salió de la oficina sin decir más.
No había dado ni dos pasos cuando llegó el servicio de comida del restaurante con el almuerzo de Benjamín. No le quedó de otra que regresar, cargando la charola.
Cuando abrió la puerta, lo primero que vio fue a Benjamín sentado frente al escritorio, perdido en sus pensamientos, con el ceño tan fruncido que parecía estar descifrando un acertijo imposible.
Al notar su presencia, alzó la vista. En sus ojos oscuros había una emoción que Petra no supo descifrar.
—Señor Benjamín, aquí está su almuerzo.
Benjamín asintió con apenas un movimiento.
Petra acomodó la comida sobre la mesa lateral y, en cuanto terminó de poner todo en orden, salió en silencio y se dirigió a su lugar.
Sobre su escritorio la esperaban varias carpetas.
Esta vez, sin embargo, la persona que le había dejado los documentos no se había ido sin más. En una de las carpetas, había pegada una nota con letra apresurada.
Le pedía que, por favor, le echara una mano porque el trabajo era mucho y necesitaba ayuda.
En eso se acercó Valentina, con su sonrisa de siempre.
—Oye, Petra, ¿ya comiste? ¿Vamos juntas?
Petra, sin levantar la mirada, empezó a acomodar los papeles. Entre ellos, localizó la carpeta que le correspondía a Valentina y se la pasó.
—Perdón, pero en estos días no podré ayudarles con el trabajo.
La tarde también estaba saturada de reuniones para Benjamín.
Después de comer, Petra volvió a la oficina de Benjamín para recoger los envases y limpiar. Luego regresó a su escritorio.
Estaba tan cansada que ni tuvo tiempo de revisar el celular.
Desde que Nexus Dynamics se había estabilizado, no recordaba haber estado tan agotada.
Mientras acomodaba los papeles, suspiró. Ya no tenía la misma energía ni resistencia de antes. Así que se recostó sobre el escritorio, cerrando los ojos para descansar un poco.
...
A las dos en punto, Benjamín miró el reloj. Petra no había entrado a recordarle que en media hora tenía que salir. Frunció el ceño, molesto.
Se levantó y salió de su oficina rumbo al área de trabajo.
Apenas entró, la vio: Petra dormía profundamente, recostada sobre los brazos en su escritorio, completamente ajena al mundo.
Valentina, que estaba usando el espejo de mano que tenía en el escritorio, vio a Benjamín acercarse y no supo si debía despertar a Petra o no.

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Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Traición en Vísperas de la Boda
Me gustaría saber cuántos capítulos faltan y cuando los publicará...