Petra arrugó la frente con desconfianza, se levantó de su asiento y miró a Fausto con ojos llenos de alerta.
Fausto, al ver su actitud defensiva, dibujó una sonrisa torcida. Luego de cerrar con seguro la puerta del salón privado, la miró con una expresión burlona.
—Petra, cálmate, ¿sí? Somos viejos compañeros, no soy ningún delincuente, no tienes nada que temer.
Petra apretó con fuerza el celular en su mano, sin apartar la mirada de Fausto.
—¿A qué viniste aquí?
Fausto tiró de la silla frente a Petra y se sentó relajado, jugando con un anillo grueso que llevaba en la mano. Sonrió de medio lado.
—Por supuesto, vine a tener una cita contigo.
—Me enteré de que últimamente Jimena anda por todos lados buscándote candidatos para citas.
Petra lo miró sin ningún asomo de emoción y su voz sonó grave.
—Perdón, pero no me interesa salir contigo.
Fausto empujó la lengua contra la mejilla y soltó una sonrisa.
—Pero a mí sí que me interesas mucho.
—Sabes bien que siempre me gustaste. Te confieso que todas las mujeres con las que he salido estos años, de alguna manera me recordaban a ti. Si te decides a estar conmigo, te juro que te voy a consentir como a nadie.
Las palabras de Fausto le provocaron náuseas a Petra; sus facciones se volvieron aún más duras.
—Entonces también deberías saber que yo nunca he sentido nada por ti.
Mientras tanto, Belinda no había colgado la llamada. Al escuchar el alboroto del otro lado, de inmediato avisó al personal de seguridad de Elixir de los Andes para que corrieran hacia el Salón de Magnolia.
[Petra, tranquila, ya les pedí que vayan para allá.]
La voz de Belinda salió clara por el celular.
Fausto, sentado con descaro, levantó la mirada hacia Petra y habló con una sonrisa cínica.
—Dile a Belinda que deje de perder el tiempo. Ya cerré la puerta por dentro y la llave extra está conmigo.
Mientras hablaba, Fausto puso la llave en la mesa, bien a la vista.
Al escuchar esto, Belinda estalló en insultos desde el celular.
—¿Qué podrían hacerme?
Mientras decía eso, su mirada se clavó en Petra y habló con malicia.
—Petra, ¿de verdad quieres que llamen a la policía? No olvides que esto es Elixir de los Andes, aquí la mayoría de las familias poderosas de San Miguel Antiguo tienen membresía. Si esto se llega a saber, tu nombre va a quedar pegado al mío, ¿quién se animaría a salir contigo después de eso?
La sonrisa en el rostro de Fausto era de pura satisfacción.
—Aunque yo no te haga nada, si la noticia sale, ¿quién crees que va a creer que de verdad no pasó nada?
Petra apretó los labios, su pecho subía y bajaba de la tensión. Lo miró de frente y respondió con voz serena.
—¿Tan desesperado estás por casarte conmigo?
Fausto asintió sin dudar.
—Sí, llevo años soñando con eso, no te imaginas cuánto lo deseo.
Petra, entonces, jaló la silla y se sentó con tranquilidad, su voz sonó tan fría como el acero.
—Bueno, si hoy viniste en lugar de Lautaro, supongo que ya sabes lo que la familia Tapia debe darme como dote y en propiedades.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Traición en Vísperas de la Boda
Me gustaría saber cuántos capítulos faltan y cuando los publicará...