—¿Pero cómo fuiste tan tonta?
Meterse con un hombre que tiene novia nunca termina bien.
Belinda estaba desconsolada.
—No lo sabía, me enteré hace poco. Además, esa noche fue un accidente, fue una trampa, alguien me puso en su cama a propósito.
Petra se quedó de piedra al oírlo.
No tenía idea de que Belinda hubiera pasado por algo así.
—¿Y él…?
—Él tampoco tuvo la culpa, esa noche a los dos nos tendieron una trampa.
La expresión de Petra se tornó seria. Ya era demasiado tarde para investigar qué había pasado exactamente esa noche.
—Entonces, ¿qué piensas hacer?
—Ahora que las cosas llegaron a este punto, supongo que ya tienes alguna idea en mente.
Belinda se mordió el labio, levantó la vista hacia Petra y, bajando la voz, dijo con un dejo de culpa.
—La verdad es que lo primero que pensé cuando me di cuenta de que estaba embarazada fue en tenerlo.
—Es que… él es muy guapo, así que mi hijo seguro saldría bonito.
—Además, yo no me quiero casar, así que estaba pensando en… bueno, tenerlo yo sola.
Petra escuchó las palabras de Belinda y guardó silencio por un largo rato.
Con razón le tenía tanto miedo a que Víctor la regañara; sus ideas eran demasiado audaces.
—Si tus papás y Víctor se enteran de que estás embarazada, te aseguro que no se quedarán de brazos cruzados. Buscarán a ese hombre hasta por debajo de las piedras.
La niña consentida de la familia Ferrer, a la que habían protegido durante tantos años, había sido engañada y ahora estaba embarazada. Ninguna familia decente dejaría pasar algo así.
Belinda se mordió el labio, en silencio.
No podía simplemente desaparecer un año y luego volver con un bebé en brazos.
Sus padres se sentirían destrozados.
Petra se frotó la frente y preguntó.
—¿Quién es ese hombre?

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