—Mi hermana ya había arreglado todos los detalles —dijo Petra con voz amable—. Nosotros solo venimos a afianzar la relación y a firmar el contrato.
Belinda soltó una risita.
—Qué bien, tú tienes una hermana de la que depender y yo un hermano.
—Las dos formamos el mejor club de las que dependen de sus hermanos.
Sus palabras hicieron reír a Petra.
Tener a alguien de quien depender era, en cierto modo, una forma de felicidad.
***
Cuando Petra terminó la llamada con Belinda, levantó la vista y vio a Benjamín, que estaba sentado a su lado en silencio.
La miraba fijamente, con una expresión de descontento.
Al verlo, Petra preguntó:
—¿Qué pasa?
Solo había estado hablando por teléfono con Belinda, no lo había provocado, ¿o sí?
Este hombre era realmente impredecible.
Benjamín la miró y dijo en voz baja:
—¿No se te está olvidando algo?
Petra, al oírlo, ladeó la cabeza, pensó un momento y luego negó con la cabeza.
—¿Se me olvida algo?
Dicho esto, se puso a rebuscar en su portafolio.
Lo primero que pensó fue que había cometido un error en el trabajo y que Benjamín estaba dudando de su capacidad.
Al ver lo que hacía Petra, Benjamín se pellizcó el puente de la nariz, con un dejo de resignación en la mirada, y dijo con voz grave:
—Tú no solo tienes una hermana de la que depender.
—Deberías haberle dicho a Belinda que también tienes un esposo del que depender. Le ganas por mucho.
—…
—¿Tenemos que competir hasta en eso? No es necesario.
Además, Belinda estaba sola en el Estado de Chavín, esperando a su bebé. Aunque fuera una broma, Petra no quería echarle sal a la herida.

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Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Traición en Vísperas de la Boda
Me gustaría saber cuántos capítulos faltan y cuando los publicará...