Petra apretó los labios y habló en voz baja.
—Señor Benjamín...
Benjamín levantó la mirada hacia ella, con unos ojos cálidos en los que se mezclaban emociones que Petra no lograba descifrar.
Al recordar lo que estaba a punto de preguntar, Petra no pudo evitar que la sonrisa se asomara en su cara.
—Entonces, lo de anoche en el juego... ¿de verdad fue el sistema el que jugó por ti después de que te quedaste dormido?
La mirada suave de Benjamín se apagó de golpe. Petra ya tenía la respuesta y, divertida, se dio la vuelta y se alejó.
¿Quién dijo que solo él podía burlarse de sus malas jugadas? ¿Por qué no podía ella reírse de lo mal que jugaba él?
De todos modos, en unos días él se burlaría de ella por cualquier cosa. Mejor aprovechar ahora y reírse un poco de él.
Petra salió de la torre de oficinas de Grupo Hurtado con el ánimo por las nubes.
Al cruzar la puerta y caminar hacia su carro, Joaquín bajó del suyo y se interpuso en su camino.
—¿Listo todo, Petra?
—Déjame ver el contrato.
Sin pedir permiso, Joaquín le arrebató la bolsa y empezó a buscar el contrato entre sus cosas.
La sonrisa de Petra se borró en un instante.
Por un momento había olvidado que todavía tenía que lidiar con este problema.
Joaquín, al no encontrar el contrato, frunció el ceño y la miró fijamente, con una expresión llena de duda.
—¿Qué está pasando, Petra?
Petra recuperó su bolsa con un movimiento seco y lo miró con indiferencia.
—Tal vez el señor Benjamín pensó que tu desempeño anoche fue tan malo que tiene que pensarse bien si de verdad quiere hacer negocios con Nexus Dynamics.
Joaquín arrugó la frente, y en sus ojos se encendió una chispa de enojo.
—Entonces, ¿tampoco lograste cerrar este contrato? ¿Y aun así te das aires conmigo?
Petra lo observó en silencio, sin ningún interés en discutir, mientras él hacía berrinche.
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