Roxana no estaba al tanto sobre el incidente en el jardín de infantes. Después de irse de allí, se dirigió al instituto de investigación que había instalado el profesor en el país. En cuanto ingresó al establecimiento, vio a un encantador hombre vestido de traje que se acercaba a ella.
—Bienvenida de nuevo, Roxana. Estoy emocionado de volver a ser tu colega. —Conrado Galarza se puso de pie frente a ella y le extendió la mano.
Roxana asintió con la cabeza, le estrechó la mano y se apresuró a apartarla. En el pasado, Conrado estuvo en el extranjero; también fue parte del equipo de Javier y estuvo involucrado en muchos tipos de investigación y desarrollo. Durante ese periodo, él había sido asistente de Roxana; a fin de cuentas, se había graduado de una universidad famosa y tanto ella como Javier reconocían sus habilidades. A pesar de que la actitud de la mujer era impasible, a Conrado no le importó.
—Vamos. Te llevaré a la oficina. —Se ofreció con una sonrisa.
El hombre se dio la vuelta y la guio; en el camino, le enseñó el edificio del instituto de investigación y el personal esencial.
—Le di instrucciones a alguien para que decorara el lugar basado en tus preferencias del pasado —le dijo Conrado con una sonrisa cuando llegaron a la oficina—. El lugar de trabajo de Linda está justo afuera.
Roxana examinó el lugar y asintió satisfecha con la cabeza.
—Es muy considerado de tu parte. Muchas gracias.
Él se quedó atónito por un instante y luego esbozó una amable sonrisa.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La verdad de nuestra historia