Roxana se quedó un poco atónita y se volvió hacia Luciano con una expresión de preocupación. Ella no había sido honesta con él sobre el incidente cuando Estela se perdió. «Dudo que pueda ocultárselo».
—Quizás es porque la encontré cuando se perdió —explicó vacilante.
Jonatan no sabía que eso había sucedido y miró a Estela y a Roxana.
—Supongo que estaban destinadas a encontrarse.
«¿Destinadas?». Roxana pensó en la identidad de la niña y frunció los labios con autodesprecio.
—Supongo —respondió la mujer.
Jonatan no notó nada extraño en ella, así que se puso de pie y sugirió:
—Dado que mi abuelo aún necesita una hora, deberíamos esperar abajo y beber un poco de agua. Gracias por su ayuda, doctora Jerez.
Roxana se sintió aliviada en su interior cuando el hombre cambió de tema y se apresuró a aceptar su sugerencia.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La verdad de nuestra historia