Después de ver el auto irse, Roxana llevó a Andrés y Bautista de nuevo a la mansión. Se agachó y los miró con seriedad. Los dos niños también la miraron, ya que sabían que su madre quería hablar con ellos.
—Andrés y Bautista escuchen con atención. No vuelvan a contarle a nadie sobre nuestra familia, en especial el hecho de que no tienen padre. —Roxana sentía que le dolía la cabeza cuando recordaba el incidente de hacía un momento.
«Gracias a Dios pude detener la conversación. Dada la inteligencia de Luciano, lo que le dijeron los niños podría haber levantado sospechas».
Andrés y Bautista lucían perplejos.
—¿Por qué no? Es un hecho que no tenemos papi.
A Roxana le dolió aún más la cabeza cuando escuchó la respuesta. «No puedo decirles el verdadero motivo, ¿no? ¿Cómo puedo decirles que tengo miedo de que su padre biológico venga a buscarlos?».
Después de una pausa, Roxana inventó una historia.
—Porque a los hombres malos les gustan los niños que no tienen padre; saben que las madres no son los suficientemente fuertes como para proteger a sus hijos. ¿Y si los secuestran?
Los dos genios intercambiaron miradas, ya que creían que la explicación era pésima, pero decidieron darle la razón.
—Bueno, mami.
Roxana suspiró con alivio, se puso de pie, tomó el bolso y se fue al instituto de investigación con los niños.
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