Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian) romance Capítulo 1145

Dorian vio en los ojos de Rufino una mirada de satisfacción paternal.

Tosió fuerte, recordándole que guardara esa mirada de padre, porque él no necesitaba otro.

Yael, que regresaba con comida para Serena, también notó la mirada de Rufino y no pudo evitar comentar con un codazo:

"¿Qué mirada es esa?"

"Obviamente, una mirada de felicidad por Dori," respondió Rufino sin rodeos, devolviéndole el codazo.

Yael, rápido como siempre, esquivó el golpe con el cuerpo y añadió mientras se apartaba: "Solo veo a un padre amoroso mirando a su hijo..."

No terminó la frase cuando Rufino le hizo una zancadilla con la pierna.

"¡Habla bien!" dijo con un tono ya irritado.

El pastel que Yael llevaba casi se le cae. Mientras protegía la comida, no olvidó seguir bromeando con Rufino: "No me creas, pregúntales a ellos o saca el celular y mírate al espejo."

Por poco Rufino no se lanzó a golpearlo.

Dorian intervino, tomando la comida que Yael protegía: "Dámelo. Al lado hay un gimnasio de boxeo. Si no les importa, vayan a pelearse y regresen, todavía hay tiempo de sobra."

"¿Tiempo para qué?" Rufino miró a Dorian confundido.

Amelia asumió que el evento de integración no terminaría pronto y comentó con una sonrisa: "El evento apenas comienza, hay mucho tiempo."

Yael echó un vistazo furtivo a Dorian.

Dorian ya estaba medio agachado, alimentando a Serena sin distraerse, como si no escuchara la conversación.

Rufino también miró a Dorian, quien alimentaba a Serena con una ternura paternal evidente.

Aunque Serena ya era mayor, el hecho de que Dorian se enterara de su paternidad hacía unos pocos meses a veces le hacía olvidar que Dorian ya tenía una hija.

Dorian se había adaptado rápidamente a su nuevo rol de padre.

Rufino nunca pensó que Dorian sería un buen padre, estaba demasiado absorto en el trabajo. Pensaba que nada en el mundo podría apartarlo de su obsesión.

Pero se equivocó.

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