Candela tocó el timbre y, en menos de un minuto, la puerta se abrió.
Zaira apareció luciendo un vestido de lana color café que resaltaba su figura, y su cabello ondulado caía en cascada sobre la espalda. Toda ella irradiaba una mezcla de elegancia y sensualidad.
—¡Bienvenida! ¡Pasa, por favor! —exclamó Zaira con una sonrisa amplia.
Candela le entregó la botella de vino tinto que había llevado como obsequio.
—Gracias por prestarme tu abrigo hoy.
—No fue nada. Justo preparé carne a la parrilla para la cena, y tu vino le va a quedar perfecto —respondió Zaira, recibiendo la botella con gusto y guiando a Candela hacia el interior.
—Ponte cómoda, mira lo que quieras. Yo llevo esto a la cocina y dejo que el vino respire.
—Claro, gracias —respondió Candela.
Mientras Zaira se ocupaba en la cocina, Candela aprovechó para recorrer el lugar con la mirada. El departamento de Zaira estaba justo un piso arriba del suyo, con el mismo diseño: era uno de los mejores departamentos de la zona, con un balcón que abrazaba la sala en un ángulo de 270 grados, permitiendo disfrutar una vista espectacular del río y de la ciudad.
—Este departamento me lo regaló mi pareja —dijo Zaira, apareciendo de nuevo con dos copas de vino.
Candela tomó su copa y le dio las gracias.
—Se nota que te ama. Deben tener una relación muy bonita.
Zaira levantó la copa y bebió un sorbo antes de responder con una sonrisa tranquila.
—Te equivocas. Ya estamos divorciados.
Candela no pudo evitar sorprenderse.
—Perdón, yo pensé que…
—No te preocupes —Zaira agitó la mano, como restándole importancia—. Nuestra separación fue muy pacífica.
Candela estuvo a punto de escupir el vino por la sorpresa y terminó tosiendo, ahogada por el trago. No paraba de toser.
—¿Estás bien? —preguntó Zaira, acercándole unas servilletas.
—Sí, gracias —contestó Candela, recuperando la compostura, aunque aún no salía de su asombro por lo que acababa de escuchar.
¿El ex de Zaira se había casado de nuevo? ¿Ese hombre que supuestamente la amaba, había buscado a otra mujer? ¿Solo para que cuidara a la hija de ambos? ¿O solo por satisfacer sus propias necesidades masculinas?
Entonces, ¿qué papel jugaba la nueva esposa, esa pobre mujer? ¿Solo era un reemplazo, alguien que llegó a llenar un vacío?
—¿Y tú…? —inquirió Candela, arrugando la frente—. Ahora que regresaste, ¿la esposa de tu ex sabe algo de esto? ¿De ustedes?
Como solo eran vecinas, Candela se cuidó de no sonar demasiado directa ni meterse de más en asuntos privados.
Zaira captó cada reacción, cada matiz en la voz y el rostro de Candela. Aprovechó para ocultar su sonrisa triunfal tras un sorbo de vino, disfrutando en silencio el efecto que sus palabras habían causado...

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi Hija Llama Mamá a Otra