La verdad me dolía mucho la muerte de mi perro, como para ponerle a pensar en el tal don ese.
—Está un poco apenada, pero no quiere verte morir de hambre. —Nos sentamos en la cama y comenzamos a comer, a pesar del desánimo ingerí los alimentos—. Vero no te enojes, sabes que no lo soportará. Ella estaba feliz por estar con el duro de los duros.
—A mí qué carajos me interesa con quien ha estado.
—Sabes que te quiere mucho, jamás ha permitido enrolarte con esos patanes con quien sale. No te ha llevado a sus fiestas de narcos. Eso es lo más importante, la forma en cómo te demuestra cuan valiosa eres para ella.
—Es un mundo muy sucio Raúl, la verdad ya no sé qué hacer para alejarla de esa vida. He aprendido cinco idiomas porque ella cada dos por tres se decepciona con amores, entonces decide cambiar y hacer algo diferente, yo le patrocino, pero su problema, ¡nunca termina!
La expresión de su cara me dio a entender que comprendía. A él lo ha metido en un centenar de viajes para luego dejarlo solo.
—Jamás cambiará linda. —Se sentó a un lado, tomó el control del televisor.
—En eso tienes razón, ya me di por vencida. Es muy linda, aunque no se quiera y contra eso es muy difícil ayudarla.
—Más linda eres tú —dijo chupándose los dedos.
—Si tú lo dices —sonreí.
—¿Qué quieres hacer hoy?
No quiere verme deprimida, pero no quiero salir por nada en el mundo.
—Cambiarme de ropa, ponerme la sudadera más cómoda, ver muchas películas —realizó una expresión de «como mandes»—. Y digas lo que digas, no saldré de la habitación.
—Lo sé, no habrá poder humano que te haga cambiar de idea. —Se levantó, se acercó al mueble donde tengo mis películas favoritas, me mostró una y le sonreí afirmando—. El plan es, ¿cine en casa?
—Adivinaste —sonrió—. ¿De qué te ríes?
—Por primera vez alguien nos hará de chef, por remordimientos nos traerá lo que pidamos.
A Lorena no le gustaba para nada la cocina. Ella se alimenta por mí o cuando Raúl pasaba el día con nosotras era nuestro chef, parece un privilegiado por los dioses de la cocina.
—Por lo menos le hace bien untarse un poco.
Salí de la cama para ir al baño, me cambié de ropa, la que tenía estaba con sangre de Timón. Al regresar a la cama cambiada, continuó hablando.
—Esa es su vida corazón. ¿Qué dirás de mí?
—¡No he dicho nada que a ella no le haya dicho! Y a ti siempre te recalco sin importar tu homosexualidad. Debes tener una sola pareja, no ser promiscuo, porque te capo donde me entere, de que te acuestas con los narcos o muchos hombres. Nunca te perdonaré si adquieres una enfermedad incurable. ¡Te lo advierto!
Lo señalé con mi dedo, luego le acaricié el rostro. No era muy atractivo, pero si bien presentado. Desde el ingreso a la Universidad se convirtió en mi mejor amigo. Fue amistad a primera vista en el curso de baile y de ahí somos parejas en cada salida a discoteca o en las presentaciones de la universidad... ¡Amo bailar!
—Menos mal, no soy tu marido —comentó riendo.
—¡Sí! Menos mal.
Me sacó una sonrisa a pesar de la tristeza, sus brazos me abrazaron fuerte. Trajo el almuerzo cuando le gritaron de la llegada del domicilio. Lorena había pedido pollo, envió mis presas favoritas; el muslo y La Pechuga. Raúl también ingresó con su plato lleno. —Las lágrimas volvieron a salir.
Me abrazó y consoló hasta conseguir calmarme. Era irónico el grupo de amistad a mi alrededor, estoy enojada con mi única y verdadera amiga, a pesar de todo, jamás me ha vinculado a su mundo, Raúl, era muy serio, tenías que ser muy perceptiva para detectar la dirección de su mirada, la cual no va en dirección a las chicas en una discoteca. Con nosotras se sentía libre de hacer comentarios referentes a un buen partido masculino. Pasamos la mayoría del tiempo juntos.
—Bueno, yo venía a decirte que el jueves comenzamos clases.
—Es un alivio, ya no soporto este encierro, la verdad tampoco ver su poca autoestima. Mira que tener relaciones al mismo tiempo con más de dos hombres...
Durante la semana me limité a hablar lo necesario con Lorena. Era una situación incómoda y hasta no hablarla iba a ser muy complicado qué volviéramos a la normalidad. Las eternas sentadas en el sillón hablando tonterías femeninas se habían suspendido. A ella le duele más esta situación. Pero debo ser justa. También la extraño.
Sé del mundo en el que anda porque soy su confidente, aparte me advierte y cuida. Estaba avergonzada por lo acontecido y en el fondo se siente culpable por la ausencia de Timón.
Fue Raúl quién nos sirvió de intermediario. La situación era una completa tontería rayando lo infantil. Por momentos intento hablarle, luego recuerdo la muerte de Timón y quiero ¡arrancarle el cabello! —suspirante.
Terminaba de hacer un trabajo importante para la universidad, debía entregarlo el lunes. Lorena ingresó a la habitación de estudio. En el fondo sentí alegría por ser ella quien tomara la iniciativa de hablar. Puse mi rostro serio, aunque me moría por correr a abrazarla.
—Vero... —ingresó jugando con sus manos, mirando a un punto fijo, evitando verme a los ojos. Se le notan los nervios—. ¿Vas a seguir enojada? —soltó un lamento—. Me haces falta y lamento mucho lo sucedido.
—Ya te dije, no hay problema. —Cerré el Portátil, girando la silla para mirarla.
—Dime, ¿qué hago para que no estés enojada conmigo? ¿Te regalo otro perro?
—¡No será mi Timón, Lorena! Gracias, deja ese tema ahí.
—¿Te puedo invitar a una fiesta?
Bajó la mirada, como esperando una sentencia. No se dio cuenta de mi expresión de asombro.
—¿A las tuyas con los amiguitos del lunes pasado? —Nuestras miradas se encontraron—. ¡No gracias!, no me quedaron ganas de conocerlos, además, no son mi tipo. Ver una manada de viejos verdes chorreando la baba por las mujeres qué carecen de poco amor propio, ¡no estoy interesada!
Alcé la voz, quería hacerla entender. Su expresión cambió, la vi ponerse roja por la ira.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mundos diferentes (cuidado con los hijos del capo)