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No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 155

En ese momento, Marisela la miró fijamente y soltó:

—Te lo juro, la forma en que te ve no es normal. Cuando te cuida, se le nota algo diferente en la mirada, como si todo en sus ojos fuera ternura. Y lo más loco… ¡ayer hasta te dio un beso delante de todos!

—Por cómo se puso anoche mi hermano, yo diría que ya está bien clavado contigo.

De los detalles que mencionó Marisela, Johana apenas y se acordaba.

Tenía los papeles en la mano y, con una sonrisa ligera, respondió:

—Tal vez solo fue un arranque de cariño antes de decir adiós.

Pero Marisela negó, poniéndose muy seria:

—No lo creo, para nada. Te aseguro que a Maite nunca la miró así, con esa dulzura.

Johana no supo cómo continuar, así que decidió cambiar de tema:

—A lo mejor solo te lo imaginaste. Mejor échale un ojo a la propuesta, todavía puedes mejorar algunas cosas.

No le contó a Marisela que la noche anterior estuvieron a punto de cruzar la línea, ni que Ariel, en más de una ocasión, casi la había forzado.

Mientras hablaban sobre el proyecto, Johana no dudó ni un segundo en su decisión de separarse.

Tal como decían los hermanos, cuando Johana tomaba una decisión, ni diez toros podrían hacerla cambiar de opinión.

Además… ella conocía bien la distancia que había entre Ariel y ella.

Ese poco de afecto reciente de Ariel no era otra cosa que su reacción al divorcio. Un poco de orgullo herido, nada más.

Revisando el proyecto de Marisela, Johana le habló con voz suave:

—Marisela, hay que ajustar el presupuesto, así no va a pasar la revisión.

—Y la segunda etapa de la obra necesita otro enfoque, no está bien planteada.

Marisela escuchó atenta y luego soltó:

—Joha, mi hermano salió perdiendo al dejarte ir. Cuando se divorcien, se va a arrepentir, ya verás cómo va a venir a pedirte perdón de rodillas.

Johana soltó una risa ligera:

—Anda, mejor enfócate en corregir estas partes.

Después de tres años sintiéndose rechazada, Johana ya no quería nada, solo anhelaba un corte limpio, sin dar más vueltas.

...

La abuela no cabía en sí de la molestia. Ariel, con las manos metidas en los bolsillos del pantalón, contestó con desgano:

—Ya le dije que el año que viene le presento a su nieto, ¿para qué la prisa?

Ariel parecía tan indiferente, que Johana solo lo miró de reojo, sin decir nada.

En el fondo, era fácil para los abuelos ilusionarse con la idea de un bisnieto. Después de todo, mujeres dispuestas a tener un hijo de Ariel había de sobra. Así que, cuando se divorciaran, si Ariel llegaba con la noticia de un bisnieto, seguro los abuelos no se deprimirían tanto; hasta podrían recuperar el ánimo al enterarse.

Johana ya había pensado todo, incluso cómo ayudar a Ariel a que el divorcio afectara lo menos posible a la familia.

En ese momento, Adela salió de la cocina y, al ver el regaño de la abuela a Ariel, intervino para calmar los ánimos:

—Mamá, si Ariel te lo prometió, seguro cumple. No tienes que presionarlos cada vez que los ves. Ellos saben lo que hacen.

—Vengan a comer, mamá. Joha, Marisela, también sírvanse.

Mientras tanto, Adela le indicó a la cocina que sacaran la sopa especial que había preparado y sirvieran una porción extra grande para Ariel.

Esa sopa, en realidad, la había hecho pensando sobre todo en él.

No lo decía tan seguido como la abuela, pero en su corazón deseaba mucho que tuvieran un hijo pronto, que su relación finalmente se estabilizara y encontraran la felicidad que tanto esperaban.

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