No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 160

Johana había hablado con tal claridad que el abuelo, sosteniendo el látigo en la mano, se encontró entre la espada y la pared.

Su intención al castigar a Ariel no era lastimarlo, sino bajarle los humos, hacerle entender que debía dejar de pensar en Maite y enfocarse en vivir bien.

Sin embargo, ahora que Johana había dejado claro que era ella quien quería terminar el matrimonio, diciendo que buscaba un nuevo comienzo, el abuelo se quedó sin argumentos, completamente perdido.

El temblor en la mano derecha del anciano lo delataba.

En ese momento, volver a alzar el látigo se volvió imposible para él.

Después de todo, los años ya pesaban.

Al notar la escena, Johana se acercó silenciosa, tomó el látigo con suavidad y con voz baja le dijo:

—Abuelo, todo esto ya pasó. Tanto Ariel como yo vamos a estar mejor a partir de ahora.

Al escucharla, al abuelo le dolió el corazón; sentía que había fallado en educar a su nieto.

Johana lo ayudó a sentarse en una silla cercana. El abuelo levantó la mirada y preguntó:

—Joha, ¿de verdad eres tú quien quiere el divorcio? ¿Ariel no te obligó?

Johana sonrió levemente.

—Nadie me obligó. Fui yo quien lo pidió.

Durante los tres años de matrimonio, Ariel jamás le mencionó el divorcio, como si esa palabra ni siquiera existiera en su mundo.

Sin embargo, cada cosa que hacía, cada gesto, cada palabra, todo parecía empujarla hacia el divorcio.

Los hombres inteligentes nunca se pintan como los villanos. Prefieren que seas tú quien termine siendo la mala de la historia.

Pero ya, para qué pensar más en eso.

Lo importante no era quién tenía la razón ni quién pidió el divorcio primero, ni siquiera de quién era la culpa.

Lo esencial era que por fin podrían divorciarse.

La actitud tranquila y decidida de Johana solo intensificó el enojo en el rostro de Ariel, que se veía cada vez más sombrío.

Adela, al ver a Ariel con la ropa hecha trizas y cubierto de heridas, no pudo evitar regañarlo, aunque se notaba preocupada:

—Eres más terco que una mula, como si estuvieras embrujado. Quiero ver qué tiene Maite que te tiene así. A ver si no te arrepientes después.

Luego, giró hacia Marisela y ordenó:

—Marisela, llama al doctor de inmediato.

No podían permitir que la prensa se enterara de que el presidente de Grupo Nueva Miramar había sido golpeado de esa manera. Además, con lo orgulloso que era Ariel, sabía que no iría al hospital por voluntad propia.

A pesar de los reproches de Adela y las palabras de los empleados que se acercaron a consolarlo, Ariel no respondió. Solo mantenía la mirada fija en Johana.

Al poco tiempo, llegó el médico de la familia.

Adela ayudó a Ariel a regresar a su habitación, y el doctor los siguió.

Capítulo 160 1

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