No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 168

Con ambas manos firmes en el volante, Hugo soltó una carcajada y comentó:

—No es para tanto, la verdad. Solo es un grupo de personas con intereses parecidos que se juntaron para sacar adelante sus proyectos.

Después de eso, mientras Hugo le explicaba a Johana otros asuntos de la empresa y detalles sobre los proyectos, ella lo escuchaba muy atenta, mostrando una seriedad que no solía tener.

En cuanto a la persona que estaban por visitar, Gerardo, era de los más respetados en Río Plata. Años atrás, había hecho grandes aportes al desarrollo tecnológico del país. Aunque ahora ya estaba retirado, seguía teniendo una gran red de contactos y su palabra pesaba muchísimo.

Además, la familia Cortés entera era reconocida por su influencia y poder.

Gerardo tenía un nieto llamado Fermín Cortés, de veintinueve años; el año pasado lo habían transferido de vuelta a Río Plata para ocupar un cargo importante.

A su corta edad, le auguraban un futuro brillante.

Si se hablaba de familias de renombre en Río Plata, la familia Cortés era la más destacada, capaz de competir de igual a igual con los Paredes, y sin perder terreno.

Todo esto Johana lo había escuchado de Marisela, quien siempre decía que, mirando todo Río Plata, solo respetaba a la familia Cortés.

Y fuera de Río Plata, mucho menos encontraba a alguien que la convenciera.

Johana seguía con atención las historias que Hugo relataba sobre Gerardo y sobre el desarrollo de sistemas tecnológicos en los que había participado. El carro pronto se internó en la Mansión Cortés.

La Mansión Cortés se encontraba algo alejada, en las afueras de la ciudad. Desde el exterior, transmitía una sensación de solemnidad y grandeza.

Aunque Hugo ya había visitado antes el lugar, los guardias igual le pidieron algunos datos, registraron su identificación y la del carro, y después de una revisión rápida, los dejaron entrar.

Al observar la imponente mansión, Johana, que ya de por sí era formal, se puso todavía más seria y reservada.

Poco después, el carro se detuvo frente a un edificio cuadrado, con años de historia a cuestas. Hugo bajó primero y luego ayudó a Johana a descender.

Entraron a la casa, y una empleada del hogar se acercó a ofrecerles unas bebidas preparadas con esmero.

En ese momento, Gerardo bajó del segundo piso, apoyándose en un bastón, acompañado de una joven sencilla que lo ayudaba a caminar, seguramente otra empleada de la familia Cortés.

En cuanto vio a Hugo, Gerardo le sonrió con calidez y lo saludó:

—Hugo, qué bueno que llegaste.

—Sr. Gerardo —respondió Hugo, poniéndose de pie. Johana, algo nerviosa, se apresuró a hacer lo mismo.

Después del saludo, Hugo se acercó para ayudar a Gerardo, y la joven empleada se retiró discretamente.

En ese instante, Johana hizo una breve reverencia con la cabeza y saludó:

Capítulo 168 1

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